La Serranía, junto con el resto de las comarcas más interiores de València, queda al margen del auge industrial del litoral y del de las comarcas medias. Así, forma parte de un tercer territorio: el agrícola y forestal, con entornos naturales privilegiados pero con escasa y decreciente población.

Aún así, entre las comarcas del interior, la Serranía, al menos su parte más oriental, goza de buena accesibilidad gracias a su cercanía a Llíria y a València mediante la autovía CV-35. En la actualidad, la agricultura aún emplea todavía a un 25 % de las personas ocupadas en la Serranía, la construcción al 9 %, la industria al 16 % y los servicios al 50 %. Es decir, la Serranía es una demarcación muy poco industrial, en la que destacan los sectores de la alimentación y las bebidas y el de la industria extractiva de minerales, sobre todo del caolín.

En este sentido, la actividad minera representó en el pasado -aunque no tanto en la actualidad- uno de los pilares de la economía serrana. En 1995 llegó a haber 136 concesiones mineras en la comarca, que generaron un alto número de puestos de empleo. Sin embargo, actualmente solo se registran 52 personas afiliadas a la Seguridad Social en el CNAE de industrias extractivas en Villar del Arzobispo, 30 en Higueruelas y 8 en La Yesa. Además, en décadas pasadas hubo un considerable movimiento económico alrededor de las minas, con empleos indirectos ligados al transporte y los servicios. En la parte negativa, la explotación de las canteras provocó enormes bocados en las montañas que destruyeron el paisaje de algunas partidas al este de la comarca.

En la Serranía se extrae principalmente arcilla, arenas caoliníferas y caolín, en su mayor parte destinado a la elaboración de materiales de construcción. La arcilla se destina casi en su totalidad a las fábricas de gres de la Plana de Castelló, mientras que el caolín se emplea para la elaboración de una extensa gama de productos como son la cerámica, papel, cemento, metalurgia, industria petroquímica, curtidos, insecticidas, cosméticos, pinturas, plásticos, detergentes, caucho, tintes abrasivos, colorantes, pigmentos o productos farmacéuticos. Las arenas caoliníferas sirven para la fabricación de vidrio hueco en las industrias de fundición o como material abrasivo para metal y obra civil, para construcción naval y limpieza de fachadas de edificios. También existen en la Serranía algunas canteras de extracción de yeso.

La explotación minera es realizada por diversas empresas tanto de la comarca como foráneas (de València, l'Horta, el Camp de Túria o la Plana, e incluso de Italia y el Reino Unido).

Por otro lado, la actividad extractiva ha generado una cierta respuesta social en la comarca, ya que la minería a cielo abierto ocasiona un notable impacto territorial y perjudica otras actividades productivas como a la agricultura o la ganadería extensiva, ya sea por el depósito de sedimentos arrastrados por el viento o por la desaparición de espacios forestales; además de por su afección al medio ambiente, por la presencia de polvo en suspensión en el aire, lo cual es potencialmente peligroso para la salud.

A todas estas empresas hay que añadir la presencia de la multinacional de fabricación de equipos eléctricos y electrónicos para vehículos de motor Power Electronics en Higueruelas, que permite complementar la dinámica económica de la comarca.

Actividad industrial residual

Por su deficiente accesibilidad, el Rincón de Ademuz se ha convertido en la comarca con menor vitalidad económica de toda la provincia de València. En la actualidad, las actividades industriales de este enclave son residuales.

La principal industria es la agroalimentaria. En el municipio de Ademuz se encuentra la empresa Disturcons, de fabricación de cacao, chocolate y productos de confitería como turrones; y Productos Cárnicos la Cerrada, que se dedica a la elaboración de productos cárnicos y de volatería. Asimismo, en Torrebaja se dedica a lo mismo Carnes Roselló, mientras que AG El Rincón es una compañía de artes gráficas.

Así, los recursos naturales son cruciales para el diseño del desarrollo socioeconómico futuro de la comarca. El buen estado de conservación de sus ecosistemas -debido sobre todo a la baja presión antrópica- le confiere un entorno físico privilegiado en ese sentido.

Sin embargo, la propia impenetrabilidad del Rincón de Ademuz es la que le acarrea sus problemas de accesibilidad que dificultan el asentamiento industrial en la demarcación. La distancia del Rincón a las comarcas económicamente más activas lo aleja de su dinámica. El déficit de infraestructuras para su acceso es crónico y el transporte público, muy limitado. Pero el problema no se limita a las infraestructuras de transporte: el suministro eléctrico es mejorable y la conexión a internet fluctúa con facilidad y depende en gran medida de los factores atmosféricos. Sea como fuere, las actuales deficiencias infraestructurales no ayudan a fomentar el emprendimiento.