La historia de la industrialización valenciana durante el siglo XX tiene fechas clave que protagonizaron los momentos decisivos para modernizar una economía que había sido básicamente agraria hasta entonces. En la primera década del siglo XX en Buñol nadie había pensado en montar una cementera. Sin embargo, se daban ciertas condiciones que invitaban a ello, ya que el municipio contaba con una cantera de cal que acabó en manos de Rafael Ridaura como pago de una deuda. Su yerno, José Serratosa Nadal, le animó a dar un paso adelante inusual en aquella clase burguesa valenciana surgida del comercio: invertir en una industria. Nació así en 1917 la Compañía Valenciana de Cementos Portland.

De aquella cantera nació una cementera, que creció aprovechando el desarrollo urbano de la ciudad de València, y que se convirtió en un gigante del cemento en España durante décadas, hasta que fue vendida en 1992 a la mexicana Cemex.

Mientras las viejas instalaciones de Valenciana de Cementos permanecían inactivas, Cemex había seguido invirtiendo en otras nuevas e inauguró a primeros del siglo XXI el mayor horno del mundo de cemento blanco. En 2012, con la reestructuración de Cemex en España, Buñol dejó de fabricar cemento y con ello se cerró un capítulo crucial de la historia de la industria valenciana. El fin de la cementera afectó a unos 150 empleados y a la actividad económica del municipio. La silueta de la vieja planta de Buñol sigue dominando la A-3 entre València y Madrid. Abandonada a mediados de los 80, de aquella planta salieron millones de kilos de cemento cuando este material era difícil y caro de conseguir