Almendras, miel y huevo. Son los tres elementos fundamentales que se puede encontrar en buena parte de los negocios de Casinos, la localidad de Camp de Túria que limita con las montañas. Este fin de semana celebra la Feria del Dulce Artesano, Peladillas y Turrones que cumple 20 años y se ha posicionado como el evento (económico, cultural y social) del municipio. Allí expondrán seis turroneros (son siete) y la cooperativa. Como dato, el año pasado, en solo tres días pasaron más de 25.000 personas y este año, si el tiempo acompaña, todo indica que se superarán. Para ello, los turroneros llevan meses preparando los tradicionales turrones de almendra, duro y blando, pero se suma una larga lista de sabores que cambian (o se afianzan) cada año. Es uno de los retos: sorprender con una nueva receta cuyo secreto mantienen hasta el mismo viernes.

Pablo Murgui es el gerente de Torrons Casinos. Junto a su cuñado, Víctor, han perpetuado en su género el turrón de yemas múltiples, apiladas una encima de otra. Además, recuperaron uno de los primeros turrones que se fabricaron, el de cacahuetes, «el de la crisis» por ser el más barato en hacer y vender. Se suman el praliné de pistacho, coco con frutos rojos, avellana con vainas de cacao caramelizadas... Pero, aún así, todos coinciden en que el de yema tostada es el más vendido.

«Los clásicos se hacen todo el año», afirma Salvador Jorge, la tercera generación de Torrons Apolonia. Preparará 50 variedades distintas para el fin de semana, es decir, unas 150 piezas para vender. «Desde la feria hasta Nochebuena, el pueblo es un hormiguero de gente», afirma. Muchos ya han comprado para Navidad porque persiste la idea de que Casinos está lejos y hay que ir cuanto antes, mejor. «La percepción de lejanía sigue ahí», lamenta, mientras bate un chocolate puro sin azúcar que mezclará con almendras peladas.

En Turrones Artesanos Chimo, la gerente, Merche, desaloja la fábrica la noche anterior a la feria. Allí, a solas, fabricará el turrón innovador de este año. «No nos deja estar, conocemos lo que ha hecho el mismo viernes», asegura una compañera. El año pasado hizo piezas de té con jengibre y fue de lo más vendido porque « la gente se atreve a probar cosas nuevas».

Es la máxima de Trini Abad, La Casinera. Todos sus turrones están llenos de color y reconoce haberse especializado en un público infantil que le entre el turrón por la vista. Naranjas de turrón, plátanos, figuras... pero siempre de de almendra, huevo y miel.