La manzana esperiega será el centro de atención durante todo el fin de semana en el Rincón de Ademuz: por séptimo año consecutivo se celebra la Fiesta de la Manzana Esperiega, una feria itinerante que este año se celebra en la capital de la comarca y que es un gancho para mostrar el atractivo de todo lo que esta zona del interior puede ofrecer. Un mercado de productos locales, actividades infantiles, talleres, actuaciones musicales, exposiciones y la ruta de la tapa para «agitar económicamente» una comarca marcada por la despoblación.

Un fenómeno que se palia con este tipo de actividades. «Durante el fin de semana, los alojamientos turísticos están llenos y vienen centenares de personas a pasar el día que deciden repetir la experiencia en la comarca semanas después», señala Encarna Moya, agente de Desarrollo Local del Ayuntamiento de Ademuz, que colabora con la entidad organizadora, la Asociación Turística del Rincón de Ademuz.

La feria es un gancho para dar a conocer la comarca que un día exportó miles de kilos de esperiega. Fue en la década de los 60 y 70, recuerda Blas Aparicio, agricultor y gerente de la empresa Ecoaromuz. «Se ha perdido la fama, los consumidores han desaparecido y cada vez quedan menos productores con más dificultades para devolverla al mercado», lamenta.

La feria da visibilidad a un producto gourmet. No puede competir en el mercado de las manzanas porque su coste es muy superior a otras clases más populares, como la Golden, y aunque la producción se ha mantenido (muy por debajo del pasado) se ha abandonado la comercialización. ¿Dónde van a parar tantos kilos de manzana? A València, en ciertos comercios, a la venta de proximidad y al norte, para hacer sidra. Como señala Aparicio, su precio no es desorbitado, pero como sucede en otros sectores de la agricultura, no hay una estructura agrícola detrás que vele por los intereses de los agricultores. Además, «desaparecieron las subvenciones de la Administración, que habían favorecido la supervivencia de la manzana pero que favoreció que no se esforzaran en su comercialización», señala.

Este año la cosecha será baja, según indica Aparicio, y se pondrán en el mercado 350.000 kilos de manzana. La despoblación ha generado la huida de muchos productores y «no existen incentivos» para que los más jóvenes se adhieran a la producción.

En la Mancomunidad del Rincón de Ademuz, el agroecólogo Vicent Blay introduce cambios en los cultivos de forma experimental para ver cómo adaptar las cosechas al cambio climático; como la despoblación, otro de los efectos del siglo XXI. «Intentamos que la agricultura vuelva a ser un motor económico en la comarca», señala Blay. «Los cocineros dice que la manzana esperiega es espectacular», sin embargo, «hay una desconexión entre ser un producto gourmet y que se comercialice y compita en el mercado actual», lamenta.