La sarna sarcóptica continúa extendiéndose entre la cabaña de cabra hispánica de la provincia. En las últimas tres semanas se han confirmado tres casos de fallecimientos a causa de la enfermedad, según denuncia el sector cinegético.

La última víctima de esta afección es un macho que murió la pasada semana en la zona del embalse de la Tinença de Benifassà. El animal presentaba signos de la dolencia en un estado muy avanzado.

Son cifras que van en aumento. De hecho, la propia Conselleria de Medio Ambiente constató en el mes de abril cinco casos de muerte por esta enfermedad, cuya expansión se volvió a probar en junio, cuando el número de animales fallecidos por esta causa ascendió a una decena.

Además, cazadores y aficionados alertan de un número mayor de avistamientos de otros ejemplares que presentan evidentes signos de estar tocados por este proceso. Una situación que, según denuncian, hará que el número total de muertes por sarna a final de año sea mucho mayor, cuando se publiquen las cifras oficiales. De hecho, para el sector cinegético es más preocupante el avance de esta enfermedad que la superpoblación de cabras, tras aplicarse varias medidas para frenar la cifra de ejemplares.

Para determinar el número de animales que causan baja por esta patología se hace una necropsia en la que se analiza la piel de los ejemplares para constatar la presencia de los ácaros causantes.

Cazadores y veterinarios denuncian el riesgo que entraña tener una afección tan contagiosa en clara expansión. Los estudios advierten que en 10 años la enfermedad se podría propagar por todo el territorio. Sin embargo, los problemas de esta afección escapan a las cabras y pueden dañar otras especies. En este sentido, el sector de la ganadería vive esta situación con preocupación, ya que pueden verse contagiados los animales domésticos, de forma que las consecuencias económicas serían graves si llega a una explotación. Las principales medidas que se han tomado son el reparto de pienso medicalizado por las zonas donde habitan estos animales. Además, se permitió a los cazadores abatir ejemplares que presentasen evidentes signos de padecer la enfermedad. Medidas que, por el momento, no logran detener el avance de la patología.