El retrete no se lo traga todo. Las alcantarillas tienen buenas tragaderas, pero hay residuos indigestos. Las toallitas húmedas se le atragantan. Y ahora, en plena crisis sanitaria del coronavirus, su uso ha aumentado. No deben tirarse al váter. Los ayuntamientos insisten en que taponan el saneamiento. Pero no hay forma.

Toallitas y lo que no son toallitas obstruyeron ayer un motor de la red de saneamiento de Xàbia. La avería se produjo en la estación del puente de la Vía Augusta. Los operarios de Amjasa, la empresa municipal de suministro de agua, ya sabían lo que iban a encontrar al sacar el motor averiado. Pero se llevaron una sorpresa. Encontraron también calzoncillos y trapos. Hay vecinos que en estos días de confinamiento utilizan el retrete para deshacerse de las prendas más íntimas.

Los trabajadores limpiaron a fondo el motor y lo volvieron a instalar. Forma parte de la red de saneamiento que lleva las aguas residuales hasta la planta depuradora. Los operarios son conscientes de que estos días van a tener que acudir más de una vez a desatascar los albañales.

Los ayuntamientos de la Marina Alta están aleccionando a los vecinos sobre cómo deshacerse de los residuos caseros de esta emergencia sanitaria. Mascarillas, guantes y pañuelos deben introducirse en una bolsa de basura bien cerrada y arrojarse en el contenedor de restos, que es el de color gris. Sin embargo, hay pueblos, como Xàbia, que todavía no tienen estos depósitos. En ese caso, esa basura debe ir al contenedor de orgánica (esos desechos se incineran).

La alcaldesa de Calp, Ana Sala, ha lanzado esta semana un bando con instrucciones precisa sobre cómo tirar las mascarillas y otros elementos de protección de un contagiado que está aislado en su casa y de los familiares que lo están cuidando. Se depositan en bolsas de basura bien cerradas y nunca, nunca, se arrojan al váter. Hay demasiada costumbre de tirar de la cadena.