El urbanismo en Calp es de una complejidad superlativa. El ayuntamiento está decidido a salvar del ladrillo la última parcela virgen: está en la Manzanera y abraza unos 10.000 metros cuadrados. Pero la dificultad radica en cómo compensar a los propietarios. El consistorio no tiene músculo financiero para pagar a tocateja la indemnización de desclasificar este suelo y convertirlo en zona verde. Ha buscado otra fórmula: la de trasladar la edificabilidad a otras parcelas. Y ya ha dado un paso definitivo. Ha conseguido, a través de una permuta, hacerse con la propiedad de otra parcela de 3.048 metros cuadrados, calificada hasta ahora como dotacional, que servirá para compensar a los dueños de esos 10.000 m2 a proteger. No llega para resarcir totalmente a esos propietarios, pero es un comienzo.

El concejal de Urbanismo, José Manuel del Pino, firmó el pasado 6 de marzo la permuta de esa otra parcela de 3.048 m2 con su hasta ahora propietario, un jubilado belga. Este propietario vio claro que no podía sacarle ningún provecho a su parcela y, pese a que su valoración era superior a las tres parcelas urbanas que le ofrecía el ayuntamiento, accedió a la permuta.

En la parcela de la Manzanera que ahora pertenece al ayuntamiento se podrán construir bloques de cuatro alturas de apartamentos.

«Esta permuta es un paso importante. Estamos encajando la nueva ordenación de la Manzanera y el objetivo último es preservar ese tramo estratégico litoral de 10.000 m2», subrayó del Pino.

La Manzanera tiene una enorme singularidad arquitectónica. Aquí están la Muralla Roja y el Xanadú, dos edificios emblemáticos del arquitecto Ricardo Bofill. Son un ejemplo de urbanismo integrado en el paisaje. Además, el ayuntamiento se ha comprometido a restaurar el club social diseñado también por Bofill y situado en el dominio público marítimo terrestre.