Dos agricultores de Alberic han decidido instalar cámaras de vigilancia con visión nocturna tras sufrir sendos robos, el último de ochenta plantones a principios de esta semana. Los dispositivos instalados por Vicente Tafaner y Juan Briz remiten las imágenes de sus parcelas a sus respectivos teléfonos móviles. Se encuentran escondidos para evitar su localización y garantizar su efectividad.

La huerta de La Ribera amaneció el martes más saqueada como consecuencia de una pandemia que no tiene fin. La última víctima es un agricultor de Alberic que ese día descubrió la sustracción de más de 80 plantones de navelina. Cifras que se traducen en pérdidas de hasta 600 euros. Ni las continuas visitas del propietario a la parcela para vigilar la joven plantación, ni el etiquetado de los naranjos han impedido el robo. Un capítulo que se repite en una zona en la que exigen mayor vigilancia.

«Hace unas semanas fue el primer aviso. En un campo muy cercano arrancaron ocho plantones. En los últimos días se han llevado parte de la cosecha de melocotones de mi compañero y ahora me ha tocado a mí. Estamos cansados», apunta Vicente Tafaner, afectado por el desfalco.

Vehículo sospechoso

En una de sus últimas visitas avistó un coche sospechoso y, poco más tarde, descubrió unas pisadas que lo sitúan en el foco de la investigación. «Siempre utilizan el mismo 'modus operandi'. Recorren el término municipal, analizan la variedad y después aprovechan la placidez de la noche o los fines de semana para actuar», asegura.

El afectado por el robo descubierto el martes se había coordinado con Juan Briz, otro labrador que sufrió recientemente la acción de la delincuencia para evitar nuevas sustracciones en sus campos. «Veníamos constantemente hacia aquí, pero no ha servido para nada. En la madrugada del martes, cuando vi su llamada en mi móvil, ya sabía lo que iba a contarme. No se trata de la pérdida económica, sino de todo el trabajo y la sensación de impotencia que te deja», comenta el propietario, que ha formalizado la oportuna denuncia ante la Guardia Civil. Los dos han optado por instalar estos dispositivos de vigilancia para evitar que estas sustracciones se vuelvan a repetir.

Ambos agricultores criticaron la poca vigilancia que hay en el campo y consideran que las penas por estas acciones se tendrían que endurecer. «La sensación de abandono es total. Está claro que no se puede controlar todo, pero habría que destinar más recursos a un sector que sigue siendo el principal motor económico de muchos pueblos», explica Tafaner.