Con expectación, opiniones a favor y en contra, además de algunas dudas entre los bañistas. Así se vivió ayer en Canet d'En Berenguer la primera parcelación de un tramo de la playa con cintas de colores que permitirán ir a tomar el sol a un espacio delimitado y a distancia de otros grupos para evitar rebrotes de la Covid-19; una posibilidad que, en pleno verano, solo será posible después de reservar espacio a través de una aplicación de teléfono móvil que en breve se podrá descargar, accediendo a ella por la web o llamando por teléfono al ayuntamiento.

Manuel Sacristán y Alba Berga, dos veraneantes en la zona de 25 y 24 años, fueron algunos de los que vivieron de cerca ese montaje que el ayuntamiento realizó a modo de prueba, frente al edificio administrativo de la playa.

«Lo vemos bien, porque ante el coronavirus, lo mejor es actuar, velar porque todo esté correcto y no se abarrote pues en verano no se puede andar casi de la orilla a las dunas, de lo lleno que está a veces», resumía Manuel, habitual del verano en Canet desde hace 23 años, que fue el primero en responder a las preguntas de este diario, y resultó ser también concejal del PP en Meliana. «Cada vez viene más gente, sobre todo los fines de semana», añadía Alba, edil del PP en Xirivella que, como Manuel, admitía luego desconocer que los populares de Canet han cuestionado este sistema ideado por el gobierno local ante el inminente fin del estado de alarma y ya han pedido flexibilizarlo o usarlo solo los fines de semana de verano, cuando hay más afluencia. «Es que los fines de semana y en todo agosto, es cuando hay más problema. Está a tope», agregaba Alba.

Sin temor a la brecha digital

Aunque un aspecto que preocupa al gobierno local es el problema que pueda tener la gente mayor para hacer sus reservas, dos mujeres de 66 y 70 años que ayer tomaban el sol junto al mar no lo veían así. «Nosotras lo haremos por el móvil. Vendremos cuando podamos y ya está. Parcelan la playa por nuestra seguridad, no por ellos, así que hay que ser respetuoso y amoldarse», decía Consuelo Lorente, una madrileña que vino a pasar las Fallas a su segunda residencia y ya se quedó en Canet.

«A unos les gustará más y a otros menos, como todo, pero creo que de normal no íbamos a ser capaces de guardar la distancia y que alguien la tiene que poner», añadía su amiga María Dolores Rubio, vecina del Port de Sagunt.

Más escéptico era Gustavo Solaz, un vecino de València de 41 años. «Veo incómodo tener que reservar para venir. Y difícil yendo con niños que estén respetando las distancias de las parcelas. Creo que, sin todo esto, si vengo a la playa y veo que hay mucha gente, yo mismo me voy a otro sitio para estar a cierta distancia», apuntaba.

Sandra Pardo, de València, también incidía en que «al final lo importante es la responsabilidad de cada uno en mantener la distancia social y cumplir las recomendaciones». Por ello, cuestionaba el «gasto en tiempo y dinero, cuando esto lleva a irse a otras playas», decía ademas de augurar que los que apoyan la medida «seguramente no pensarán lo mismo cuando la APP no vaya bien o el teléfono esté comunicando». Aún así, en lo que sí había total consenso era en el control de aforo que ayer se mantenía, pero desde la misma playa.