Desconfinamiento, desescalada y ahora «desmasificación». La nueva normalidad obliga a desmontar casi todo. Los alcaldes de la Marina Alta se hubieran echado las manos a la cabeza si hace unos meses les hubieran dicho que había que poner puertas a las playas. Ahora los bañistas ya no se pueden apretujar. Xàbia también ha calculado ya cuántas personas caben en las playas con la nueva normalidad. Cada bañista debe tener un rodal de cuatro metros.

La distancia social obliga a establecer aforos máximos . El concejal de Turismo, Toni Miragall, avanzó ayer que el número máximo de bañistas en el Arenal, la playa más turística de Xàbia, será de 2.000. Mientras, en la Grava, el tope se sitúa en 225 personas. En la Granadella, el techo de bañistas es de 200 y, en el Portitxol (la Barraca), se queda en 150. Si a esos bañistas se les suman los que se desperdigarán por el Benissero, la Caleta, la cala del Francés o la Sardinera, resulta que este verano simultáneamente en el litoral de Xàbia no podrá haber más de 3.000 personas. «Desmasificación» a la fuerza.

Sin reserva previa

El ayuntamiento ha descartado poner en marcha un sistema de reserva previa. La ocupación será por orden de llegada. Tendrá «premio» quien más madrugue. En la Grava y el Arenal, se marcarán entradas y salidas a las playas. En el Arenal, se permitirán actividades lúdicas (palas o volei) siempre que la arena esté despejada y no se sobrepase el tope de bañistas.

Mientras, en el Portitxol y la Granadella, se repetirá el sistema de control de vehículos con una barrera. Se bajará cuando el aforo esté completo. Este verano no funcionará el «trenet» que lleva a los bañistas a la Granadella.