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Cullera afronta julio con una caída del 50 % en el alquiler de apartamentos

El miedo a las aglomeraciones y a asumir gastos económicos desproporcionados reduce la afluencia de visitantes - Las medidas de seguridad limitan el aforo de la playa a 88.000 personas

Grandes urbanizaciones de apartamentos en la playa del Racó de Cullera, hoy. vicent m. pastor

El sector turístico tendrá que protagonizar una titánica remontada si quiere obtener unos resultados aceptables. El inicio del mes de julio, pese a que suele registrar una demanda débil, marca unas cifras tan que podrían suponer un lastre, por mucho que la situación mejore a medida que avance el verano. En Cullera, los alquileres en los apartamentos -base de la economía turística local-han caído un 50 % respecto a un año convencional, según fuentes del sector.

Históricamente, la primera quincena de julio ha sido siempre la más baja en cuanto a afluencia de visitantes se refiere. La capital turística de la Ribera es capaz de albergar diez veces su volumen poblacional durante el verano, pero las perspectivas iniciales se alejan por completo de esas cifras.

Bloqueo psicológico

Algunos agentes inmobiliarios de la ciudad han detectado una merma de ocupación muy significativa respecto a otros años. El escenario dista de ser favorable para este tipo de veraneo. Y por múltiples factores. El más evidente es el de la crisis sanitaria. Por mucho que se extremen las medidas de seguridad, hay muchas familias a las que el miedo al coronavirus les supone un freno, aunque sea psicológico. Todavía hoy son muchas las personas que temen ser contagiadas en espacios abiertos por lo que evitan la concentración de gente que se genera en las urbanizaciones veraniegas o en las playas.

El otro factor, casi tan importante como el anterior, tiene que ver con la capacidad económica de las familias. Alquilar un apartamento en una playa como la de Cullera, aunque no sea un destino excesivamente caro, no está al alcance de todos. Una parte importante de la sociedad se ha visto afectada por algún ERTE o por el cierre temporal de su propio negocio. Algunos temen, incluso, los despidos si no mejora la economía. Ahorrar dinero para hacer frente a una época de vacas flacas es una prioridad que supera al necesitado y esperado descanso de esta época del año.

Control tecnológico

Todos los negocios que dependen del turismo esperan que la ocupación crezca a medida que pasen las semanas. El ayuntamiento, de hecho, se ha preparado para atender en condiciones a los visitantes de la ciudad. Por un lado, se han creado nuevas plazas de aparcamiento en diferentes zonas, todas ellas cercanas a la playa. Además, se ha puesto en marcha un sistema tecnológico que permite consultar, a través de un mapa cartográfico que se actualiza periódicamente, el estado de aforo de sus playas. Un código de tres colores (verde, amarillo y rojo) indica a los usuarios el nivel de usuarios. Y los catorce largos kilómetros de costa permiten acoger unas 88.000 personas manteniendo la distancia de seguridad. Hay margen.

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