A Salvador, su pasión por las maquetas y las construcciones en miniatura le vino tarde. Con la jubilación, más concretamente. A este vecino de Moncada, de 77 años, siempre le ha ido más el mundo del motor. Su primer trabajo fue de mecánico en un taller de reparación. Tiempo después, en vista de que se ganaba más dinero, se sacó el llamado entonces carnet de primera para ser chofer. Trabajó de camionero toda su vida, hasta que a los 57 años sufrió un infarto la mañana antes de viajar a Holanda con un pedido de Lois, que le abocó a una jubilación anticipada.

Así que no fue hasta hace unos ocho años cuando se adentró en el mundo de las maquetas. «Soy fallero desde hace 35 años y fue precisamente antes de una presentación, cuando me comentaron si haría un balcón de madera para las falleras mayores. Ahí empecé a trabajar con la madera», relata el hombre.

Aquel trabajo despertó en Salvador su pasión por las maquetas. Empezó con cosas del pueblo: una plaza de toros para que su nieto jugara a los bous al carrer y la reprodución de la ermita de Moncada. A partir de ahí, buscó retos mayores. Lo siguiente, las Torres de Serranos de València. «Ahí ya empecé a ver que el trabajo tenía sus complicaciones. Tuve que ir hasta allí para hacer muchas fotos, para luego ir copiando todos los detalles de manera real», explica el jubilado. En este sentido, señala que todo lo hace de manera artesanal, con chapas de madera de 120 por 60 centímetros. «Primero dibujo el boceto, luego las voy recortando y pegando con cola hasta que voy encajando todas las piezas para hacer el monumento en cuestión», relata. «Excepto los muñecos que adornan las construcciones y los elementos de iluminación, todo esta hecho a mano», destaca.

Después de construir la Torre Eiffel de París, hace una semana concluyó su última obra: la Estación del Norte de València. Salvador admite que ha dedicado un año para su elaboración. «Primero tuve que ir y hacer todas las fotos, se trata de un edificio muy grande y que tiene muchos detalles», indica. Posteriormente, tuvo que cortar las piezas de madera para toda la estructura, mientras que todos los adornos florales de las vidrieras están hechos con arcilla, que una vez secada, está pintada para tratar de darle todo el realismo del complejo ferroviario. «Ha sido muy costoso, incluso tuvo que ir una segunda vez a hacer más fotos», revela sobre una maqueta que mide 285 centímetros de largo. «La estación tiene cinco puertas a cada lado de la entrada principal y he tenido que dejar tres por lado porque no me cabía en el garaje y mi mujer dice que el garaje es solo para mi», bromea.

Válvula de escape

El jubilado reconoce que hacer la maqueta durante el confinamiento le ha servido de válvula de escape. «La verdad es que no se me ha hecho pesado, porque he matado el tiempo con mi nuevo hobby», indica, para añadir que «cuando era joven no tenía casi tiempo para nada y he viajado muchísimo. Ahora, en lugar de estar sentado frente a la tele, me dedico a esto», asegura.

Y claro, su pequeño museo a pequeña escala se ha convertido en un reclamo para los vecinos. «En cuanto tengo la puerta abierta, entran a ver las maquetas y algunos me dicen que tengo que hacer una exposición», señala. Mientras, los hay que ya realizan peticiones. «La peña valencianista de Moncada me ha pedido una maqueta de Mestalla, pero eso es complicado porque tendría que poder entrar al estadio para hacer fotos para la recreación», admite.