El Gato Garabato de Gloria Fuertes llegó en un cohete-juguete a la luna en un periquete. Lyam, un minino de 4 meses, no viajó tan lejos. Subió pasito a pasito a la Cumbre del Sol (El Puig de la Llorença, en el Poble Nou de Benitatxell) y, perdido, se refugió en una escuela. El gato quería aprender las primeras letras.

Ocurrió hace unos días. El gatito, adoptado al poco de nacer por una familia que vive en una urbanización de las afueras de Benitatxell, desapareció por la tarde, sobre las 17 horas. A sus dueños les pareció muy extraño que a su corta edad ya le entrara el instinto de las aventuras gatunas. Pasaban las horas y el minino no regresaba. No volvió en toda la noche. Al día siguiente la familia ya empezó a mover cielo y tierra para encontrar a su mascota. Colocaron carteles en la urbanización. Y contactaron con la asociación Catland. Este coletivo funciona de maravilla. Difundió al foto de Lyam, que viajó por internet rauda como una centella.

Ya habían pasado 30 horas desde la desaparición del gatito. Y sonó el teléfono. El conserje del colegio internacional Lady Elizabeth School, que está en la Cumbre del Sol, explicó a la familia que esa mañana había encontrado en la puerta de la escuela a un gatito que maullaba desesperado. El conserje lo recogió y le dio cobijo en un cuarto donde se almacenan los pupitres. Le puso comida y el minino, hambriento, se la zampó en un santiamén.

Sus dueños cogieron el coche y fueron en seguida al colegio. Allí estaba, sano y salvo, Lyam. En las 30 horas que estuvo perdido, subió por la abrupta senda del Puig de la Llorença. Montaña arriba, se le hizo de noche. Acechaban los peligros. En esta ladera, merodean los zorros. Ya agotado, se acurrucó enl a puerta de la escuela. Será cosa de familia esa querencia por la enseñanza. Su dueña es profesora.

La familia agradece la fundamental colaboración de Catland y, en concreto, de Claire Wall, así como de Anna Davidson y Altamira J. Perea, que difundieron la foto del gatito en la página Lost/Found Pets. Fue lanzar la foto en las redes sociales y, en poco más de una hora, el minino ya estaba localizado. El conserje del colegio internacional lo recogió y cuidó con mimo.

Lyam ya está en casa y puede decir lo mismo que el Gato Garabato: «¡Viva el arte!/ Como en casita/ en ninguna parte». Es una moraleja muy de estos tiempos.