El eucalipto monumental de Gata, plantado en 1915 por el doctor Moratal en el paraje de la Rana, las ha visto de todos los colores. El pasado 15 de agosto ardió desde las raíces a la copa. El primero de la cadena de incendios intencionados que se desataron en Gata y Xàbia calcinó este árbol centenario, que mide 30 metros. Las llamas entraron en el tronco. Los bomberos, subidos a una grúa, arrojaron agua para calmar el fuego que lo devoraba por dentro. El eucalipto quedó tan ennegrecido y castigado que parecía que la vida se le escapaba como ceniza arrastrada por el viento.

Pero este árbol es un portento. A las tres semanas ya demostraba su formidable capacidad de regeneración. Empezó a echar las primeras hojas verdes. Ahora el eucalipto ha renacido por completo. Ha recuperado su esplendor. Ha reverdecido de arriba a abajo. Todavía queda algún manchurrón de ceniza, pero domina el verde. Y ese color contrasta con el negro que todavía ensucia este paraje fluvial de la Rana. El seto de cipreses que está junto al lavadero y sus arcos sigue negro como un tizón.

Este eucalipto, un símbolo natural de Gata de Gorgos y de la Marina Alta, lleva más de un siglo dando fresquísima sombra. Tiene cuerda para rato.