«Me entristece que se tenga tanta efusividad y entusiasmo en eliminar esta performance de piropos dirigidos a los hombres y que no se ponga la misma energía en acabar con el acoso callejero a las mujeres». Vero McClain, la artista y activista feminista autora de los letreros con piropos «al revés» que cosifican al hombre, advirtió ayer que la destrucción de los 12 mensajes (no se salvó ni uno) le apenaba como mujer, pero le «encantaba» como activista. Buscaba, claro está, la reacción. La performance apelaba al espectador, convertido, al reflexionar y expresar su opinión, en actor.

Y uno de esos actores espontáneos, que, según dijo el concejal de Cultura, Miguel Pou, es una mujer a la que no se ha identificado, pero que no es vecina de El Verger, ha asumido un papel principal. Arrebatada, arrancó en la noche del martes todos los letreros. Por la mañana, estaban desparramados por el suelo.

Esta acción en la calle era efímera, pero ha durado un suspiro. Los piropos «al revés» se colocaron la mañana del lunes. Ayer no quedaba ni medio. «Ese espíritu destructivo debería ser igual de firme y unánime en poner fin a las agresiones contra las mujeres», insistió la artista.

La performance ha sido más que fugaz. Pero su volcánico impacto permanece. Buscaba abrir los ojos sobre el machismo, la violencia contra las mujeres y el acoso que los hombres ejercen con los piropos.

La activista aclaró que ella no es partidaria de prohibir el piropo. Abogó por establecer «un protocolo» y que la mujer tenga poder para negarse a que un desconocido la rebaje a objeto sexual. Dijo que el lenguaje utilizado en los piropos «al revés» de El Verger exploraba dobles sentidos sicalípticos de palabras como «figa», «xurro», «conill» o «carlota». Recalcó que las frases no eran «malsonantes» y que distaban un mundo de los «cumplidos» groseros y ofensivos que los hombres lanzan a las mujeres.

El concejal de Cultura, Miguel Pou, defendió esta performance organizada por el ayuntamiento. «Todo lo que ha pasado nos reafirma en que el camino a seguir es crear debate, reflexión e incluso polémica. Hay que remover conciencias». Dijo que en el pleno del 25N, día internacional por la eliminación de la violencia contra la mujer, desvelará cuánto ha costado la campaña.

Mientras, el portavoz de Compromís, Basili Salort, que pidió que se retirasen los letreros, reiteró ayer que los mensajes no se han entendido y que se ha «banalizado y desdibujado» la lucha contra el machismo y la violencia de género.