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La vuelta del bar y el horno insufla vida a Millares en plena pandemia

La localidad recupera dos servicios básicos para sus 345 habitantes, pero reclaman más ayudas

La vuelta del bar y el horno insufla vida a Millares en plena pandemia | PERALES IBORRA

Millares reverdece en otoño. El municipio más septentrional de la Canal de Navarrés ha podido reencontrarse este noviembre con dos establecimientos de los de toda la vida, dos servicios básicos para sus 345 habitantes: el Horno Filiberto y el Bar la Plaza. El cierre de ambos locales, meses atrás, parecían dos clavos más en el ataúd de una población que en la segunda mitad del siglo pasado, antes de la deslocalización industrial, era un destacado núcleo de interior como la orgullosa sede de la fábrica de vaqueros Lois. La apuesta de dos familias por regentar los establecimientos ha logrado revertir la dinámica. El 5 de noviembre, el Horno Filiberto volvió a reunir en su escaparate lo mejor de la gastronomía millarenca, y desde el pasado fin de semana el Bar la Plaza sirve de nuevo cafés y almuerzos a vecinos y turistas.

Rubrican este nuevo capítulo en la vida de ambos negocios sendas familias de fuera del pueblo: el Horno Filiberto lo llevan ahora Emilio y Beni, de Benetússer, y Carlos y Zara, de Alaquàs, han tomado el testigo del Bar la Plaza. Pero sería injusto relatar la llegada de estos nuevos habitantes de Millares sin destacar el trabajo de Lorena Galdón y David Sánchez, los respectivos herederos del Horno Filiberto y del Bar la Plaza. Del obstinado empeño de Galdón por impedir el cierre del horno de sus padres ya se ha hecho eco estas páginas. Sánchez ha seguido sus mismos pasos: «Hemos reformado el bar, pendientes de adecuarlo a normativa, y luego buscado y atendido a gente interesada en el negocio y en mudarse a vivir a nuestro pueblo. No se le ha alquilado al primero que pasaba, buscábamos a gente con visos de quedarse aquí».

La reapertura de la tasca la Plaza, casi centenaria e icónica en Millares, reunió a decenas de vecinos hace dos viernes. «La recepción fue fantástica», expresó Sánchez, que deseaba a Carlos y Zara una feliz estancia en la localidad para el próximo año. Los nuevos gerentes del horno, que ya lleva un mes en funcionamiento, pueden hacer un balance más completo de su experiencia hasta ahora: «La respuesta de la gente está siendo genial, muy agradecida. Nos dicen que todo está muy bueno, que hacía falta un hornero como el de antes», contaba a este diario Beni. No en vano, Emilio estuvo varias semanas bajo la tutela del hornero original, Filiberto, aprendiendo sus secretos. «Hacen tortas de aceite, panes rellenos, carbonatas… Están recuperando productos de tradición millarenca, parece que le hayan quitado la receta a mis padres», bromeaba Galdón. El perfil de Facebook que la millarenca convirtió en una cuenta casi viral en su búsqueda de propietarios —algunas publicaciones llegan a casi un millar de compartidos—, recoge ahora fotografías de los productos típicos de Millares que el Horno vuelve a elaborar.

Frente a los recelos que pueda generar la apuesta vital por un pequeño municipio de interior, Beni define como «inmejorable» su primer mes en Millares: «Al pisar el pueblo en agosto, nos enamoró, si bien venir nos preocupaba, sobre todo por nuestro hijo mayor, de catorce años. Pero se ha adaptado muy bien, aquí y en su instituto nuevo, en Buñol. Y el pequeño, de dos añitos, puedes imaginarte cómo está. Feliz, libre y eufórico de poder ir por ahí sin estar cogido de la mano», relataba. La localidad no cuadra como uno de los grises pueblos de la Serranía Celtibérica que Paco Cerdà recogió en Los últimos: voces de la Laponia española. «Es un paraje bucólico, con componentes paisajísticos y turísticos para dar fondo y contenido», señalaba Sánchez. Galdón subrayaba, por su parte, la idoneidad del lugar para el teletrabajo, una opción al alza en estos tiempos.

No obstante, la reapertura del Horno Filiberto y el Bar la Plaza y, con ello, la revitalización del pueblo, se achaca solo al empeño personal de ambos, que han cubierto el hueco dejado por la inexistente ayuda pública que recibe Millares, un pueblo que en su andar por el borde del precipicio de la despoblación no deja de encontrarse trabas puestas por la administración. «Hemos perdido servicios necesarios, como la oficina bancaria, y la escuela está en peligro, por los pocos alumnos», ejemplifica Sánchez. «Estos meses, hubo momentos que estuvimos a punto de decir ‘hasta aquí’, pero el pueblo merece estas oportunidades. Contra la despoblación, siempre la acción», asevera Galdón. La localidad ha reverdecido en pleno otoño, en plena pandemia, pero espera una mano que la ayude a florecer de nuevo.

Los nuevos gerentes de dos establecimientos icónicos de Millares. La acogida de la ciudadanía de Millares a sus nuevos vecinos ha sido «fantástica» 1 Beni y Emilio, una familia de horneros con décadas de experiencia (el segundo aprendió el oficio con 16 años, hace 30) que ha recuperado las recetas tradicionales del Horno Filiberto F

2 Carlos, hostelero de Alaquàs, tras la barra del Bar la Plaza, que ahora regenta F

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