El jardín está esplendoroso. Rosa María Schaller, que ayer cumplió 107 años, lo cuida todos los días. La longevidad es un misterio. Pero a esta mujer que nació en Augsburgo en 1913 y que llegó a Xàbia cuando ya tenía 83 años le sienta de maravilla mantenerse activa, salir cada día al jardín de su casa. Y lo ha visto renacer. El incendio que en septiembre de 2016 arrasó la Granadella lo calcinó. Schaller, al igual que cientos de vecinos de Xàbia, tuvo que abandonar ese día a toda prisa con su familia su casa. El fuego entró en la parcela. La vivienda se salvó de milagro.

No es la única catástrofe que ha vivido esta menuda mujer, que goza de una salud envidiable (no padece ninguna enfermedad y come de todo). Ha sido testigo de dos guerras mundiales y de dos pandemias, la de la mal llamada gripe española de 1918 y la actual del coronavirus.

Su padre se marchó al frente y no lo conoció hasta que terminó el primer conflicto que desgarró Europa. En la segunda guerra mundial, fue su marido el llamado a filas.

De niña, Rosa María Schaller era enclenque y enfermiza. El médico llegó a decirle a su madre que la pequeña no viviría mucho. Ayer cumplió nada menos que 107 años. Ella recuerda que entonces España le parecía un país muy lejano. Ni se imaginaba que en 1996 llegaría a Xàbia para quedarse. Su nieto afirma que entonces, cuando Rosa María tenía 83 años, estaba más delicada que ahora. El clima mediterráneo le ha sentado de fábula. Lleva una vida normal y todos los días cumple ese ritual de ejercicio tranquilo de cuidar las plantas y pasear por su precioso jardín.

Esta mujer de alegre mirada y que no pierde la sonrisa es la vecina más anciana de Xàbia. El alcalde, José Chulvi, acudió ayer a felicitarla. Le regaló una flor de pascua. Otra flor para ese jardín que es medicina de longevidad.