Vuelven los jabalíes. Su rastro es inconfundible. Escarban con ahínco la tierra. Estos animales campan de nuevo por el barranco de la partida Bovetes de Dénia donde en abril de 2019 atacaron a una mujer de 73 años, propietaria del huerto de naranjos que linda con el cauce, y el pasado mes de agosto embistieron con violencia a su marido, de 77, que sufrió una grave herida en una pierna al clavarle el animal el colmillo. Los dueños de la finca han comprobado, aterrorizados, que en el barranco la tierra está removida y hay agujeros. Es la huella de los jabalíes. Ese rastro está, además, junto a la vía verde de Dénia, por donde pasan muchos vecinos que caminan, corren y pasean en bicicleta.

El pasado mes de noviembre el ayuntamiento desbrozó este barranco. Antes estaba cubierto por una maraña de zarzas. Allí estaban las madrigueras de estos animales. Durante esos trabajos apareció incluso el cadáver de un enorme jabalí.

Este matrimonio, que acude todas las semanas a la finca a echar una ojeada y realizar algunas tareas agrícolas, respiró entonces con alivio. Pero los responsables de Medio Ambiente les aseguraron que se realizarían batidas y se colocarían trampas para reducir la población de jabalíes, que crece de forma exponencial. Nada de eso se ha hecho.

En esta zona hay muchos campos de cultivo abandonados que se han convertido en el escondrijo ideal para estos mamíferos salvajes. Los atropellos de esta fauna se suceden en la cercana carretera del Camí Vell de Gandia.