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Un almacén de torpedos en el puerto de Xàbia

La estructura más singular de la Guerra Civil en este municipio no era un refugio, sino un depósito para proyectiles navales

Un almacén de torpedos en el puerto de Xàbia

Una primera galería que luego se bifurca en dos paralelas. Los túneles, lúgubres, se adentran 24 metros en una ladera de gleba tremendamente inestable. Excavar en este quebradizo terreno un refugio antiaéreo era como crear un sepulcro colectivo. El lugar no parece el más indicado para poner a salvo a los vecinos. El pequeño y estratégico puerto de Xàbia estaba en el punto de mira de la aviación nazi y fascista aliada de Franco. Confinar allí a la población durante un bombardeo era exponerla a quedar enterrada.

Por tanto, esta singular construcción, que nunca se llegó a acabar, se aviene mal con el uso de refugio antiaéreo que se le había supuesto hasta ahora.

El arquitecto Pablo García, al plasmar en modelos en tres dimensiones esta estructura, le trasladó al arqueólogo de Xàbia y director del museo Soler Blasco, Joaquim Bolufer, la posibilidad de que se hubiera construido como almacén para torpedos. Las lanchas torpederas de la Marina de Guerra de la República Española atracarían en el puerto. A un paso estaría este depósito para los proyectiles navales.

Además, como indica Bolufer, hay un testimonio que confirmaría ese uso. El Ti Vicent de Gràcia, luego gran escultor de la piedra tosca, dejó escrito en su dietario que el 15 de septiembre de 1938 empezó a trabajar en «un refugio que hacía la base de lanchas torpederas en el mar en la Caleta del Petorrí (del Port)». Insiste en que en la puerta se colocarían las «máquinas para cargar torpedos». «Me daban 13 pesetas y dos chuscos o panes, y por los panes iba a trabajar, no por el dinero. Cuando principie, estaba flaco que no me podía sostener derecho, pero al poco tiempo ya estaba mejor. Trabajé 4 meses», apunta Vicent de Gràcia.

Hace cuatro años esta construcción salió a la luz de nuevo. Se retiró la vegetación que la ocultaba totalmente. Las raíces habían agrietado la losa de hormigón exterior que protege las galerías. Se reabrió la puerta tapiada (se cegó en los años 70). Los túneles, claustrofóbicos, habían sufrido derrumbes. Se excavaron en 1938, ya avanzada la Guerra Civil, en la inestable marga geológica. Los obreros los consolidaron con paramentos de ladrillo y una bóveda de cañón de cemento y grava.

La construcción nunca se acabó. En la parte superior de las paredes, siguen los clavos comidos por la herrumbre del cableado que no se llegó a colocar para llevar luz a las tenebrosas galerías.

Uno de los obreros, Pep Soler Contri, Petorrí de apodo, quedó sepultado al desmoronarse uno de los encofrados. Lo sacaron vivo. Pero murió días después. Tenía 42 años.

El ayuntamiento, al redescubrir este singularísima estructura, acarició la idea de restaurarla y hacerla visitable. El arquitecto Pablo García realizó el estudio y el posterior proyecto de recuperación. De momento, parece más viable diseñar un itinerario virtual. Los visitantes palparían la claustrofobia y el espanto de la guerra y los bombardeos. También está pendiente colocar un panel en este punto del puerto para dar a conocer que esa losa fracturada y la escalera que sube hasta la calle de la Caleta del Port se construyeron en 1938 y son de los pocos vestigios de la arquitectura de la Guerra Civil que han sobrevivido en Xàbia.

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