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"Los médicos me dicen que soy un milagro, pero el milagro lo hicieron ellos"

El vecino de El Verger que estuvo 71 días en la UCI y 30 más hospitalizado lucha ahora contra las secuelas y ha tenido hasta que cambiar de casa

Alfonso Muñoz, de 50 años, en su casa de El Verger. | LEVANTE-EMV

Superó la covid-19 tras permanecer 101 ingresado en el hospital de Dénia, 71 de ellos en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Pero la enfermedad es tan devastadora que deja secuelas a menudo irreversibles y obliga a replantearse la vida.

«Nos hemos tenido que cambiar incluso de casa. Vivíamos en un tercero sin ascensor. Salí del hospital en silla de ruedas y todavía me ayudo de una muleta para caminar. No puedo subir escaleras. Nos mudamos a una planta baja», explica Alfonso Muñoz, de 50 años y vecino de El Verger.

Su lucha contra el coronavirus fue titánica. Y no lo es menos la que ahora, ocho meses después de salir del hospital, libra contra las secuelas. Ya se ha hecho a la idea de que le van a quedar problemas crónicos renales y en los pulmones. «Ahora no puedo ni tomarme una aspirina. Pero a nivel físico sí me voy recuperando. Salí en silla de ruedas del hospital. Perdí 40 kilos, la mayoría de masa muscular. Ahora hago mucha fisioterapia. La recuperación es lenta. Eso sí, los médicos, las enfermeras y los fisios del hospital flipan conmigo. Dicen que soy un milagro. Yo les contesto que el milagro lo hicieron ellos. Me salvaron la vida».

La traqueotomía le hizo perder la voz. «He tenido que volver a aprender a hablar con el logopeda, a respirar, a comer, a levantarme, a caminar», señala.

Alfonso Muñoz es de natural optimista. Recuerda la sensación de «felicidad pura y dura» de ver a sus familiares y amigos arrimando el hombro para adaptar la planta baja en la que ahora vive junto a su mujer y su hijo. «En 15 ó 20 días, la reforma estaba acabada. Mis vecinos me daban ánimos por la calle. Me he sentido muy arropado por todos».

Admite que es prematuro plantearse ahora cuándo podrá volver a trabajar de taxista. «Hoy es imposible. Quizá en un par de meses podré tener una idea de cuándo me darán el alta».

Este paciente de El Verger recuerda lo «terribles» que fueron para su mujer y su hijo esos 71 días en los que él se debatía entre la vida y la muerte en la UCI. «Les dijeron varias veces que de esa noche no pasaba. Es muy duro».

Ingresó en el hospital el 19 de marzo. Recuerda el momento en el que despertó del coma y abrió los ojos. Estaba extremadamente débil. «Es una sensación horrorosa. No puedes respirar ni hablar. Y ves a los enfermeros que corren hacia ti».

Ahora, en el pico de esta tercera ola, evita mirar la televisión. Dice que la cabeza es muy sabia y bloquea los momentos de más sufrimiento. Si ve imágenes de hospitales y UCI en la pantalla, sí le vienen angustiosos recuerdos. «El cerebro te protege. Si no fuera así, el trauma sería tremendo».

La rutina de este vecino de El Verger, que el pasado día de Navidad cumplió 50 años, es acudir casi a diario al hospital. Cuando no es a hacer fisioterapia, es para alguna prueba. El martes le hicieron un TAC pulmonar. «Me emociona mucho reencontrarme con los médicos y enfermeros que me trataron. Y ellos también se emocionan», subraya.

Alfonso es, eso está más que demostrado, un luchador nato. Saca fuerzas para bregar con las secuelas y mejorar cada día un poco. Afirma que incluso de una experiencia tan aterradora como la que él ha vivido hay que sacar «una lección positiva». «Antes le daba importancia a cosas que son tonterías. Ahora lo veo todo con otra perspectiva y me doy cuenta de que hay que disfrutar al máximo de cada momento».

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