Aunque el incívico hubiera tenido el pulso más firme y hubiera perfilado perfectamente el gran corazón que pretendía pintar, la barrabasada es igual de gorda. Un vándalo ha cogido un bote de pintura y ha ensuciado el acantilado de la Cala Blanca de Xàbia. En el cortado de margas (piedra que le da la tonalidad blanca a este litoral) ha dado brochazos con pintura verde. Le ha quedado un garabato horrible. Y lo peor es que ha manchado para mucho tiempo uno de los puntos más bellos y de más valor natural de la costa valenciana. La calita donde está la pintada se halla entre la Cala Blanca o Caleta y la cala del Francés. Los incívicos ya no se conforman con ensuciar espacios urbanos. También emborronan los tesoros naturales.