V. R., Valencia La política es como una noria y tiene piel de camaleón. Lo que hoy sube, mañana baja, y lo que ayer era blanco puede transformarse en rojo en cuestión de horas. Más o menos así ha ocurrido en el caso del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón. Su intención de figurar en las listas del PP al Congreso de los Diputados ha desatado una tormenta en su formación y ha provocado una airada reacción de algunos de los cuadros más reacios con el protagonismo del alcalde madrileño, ubicado en el sector más moderado y liberal del partido.

En público nadie reconoce que lo que se ha puesto encima de la mesa es el juego de posicionamientos ante la perspectiva de una derrota de Mariano Rajoy y la batalla sucesoria. En esta suerte de competición de eufemismos y maquillaje de segundas intenciones, Gallardón ha argumentado que su presencia daría «voz» a Madrid en la Cámara Baja y ha hecho valer sus sucesivas victorias electorales como un activo que acompañe a Rajoy en la cita con las urnas.

La respuesta no se ha hecho esperar, especialmente desde el secretario general del PP, Ángel Acebes, o de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, quienes han argumentado una posible incompatibilidad entre la responsabilidad de ser alcalde de la capital de España y las tareas legislativas en el Congreso. En el PP valenciano, el portavoz adjunto en las Corts, Antonio Clemente, argumentaba en una entrevista con este diario que lo que su formación estaba estudiando era precisamente esa posible compatibilidad. Sin embargo, lo que en Madrid parece ser un problema fue esgrimido como valor político en mayo en la confección de las listas valencianas de los populares a las Corts Valencianes.

Los tres alcaldes de las capitales de provincia (Rita Barberá, Alberto Fabra y Luis Díaz Alperi) son ahora diputados autonómicos, al igual que los primeros ediles de Torrevieja, Pedro Hernández Mateo y de Crevillent, César Augusto Asencio. El PPCV ha creado incluso un grupo de trabajo para que los portavoces y alcaldes trasladen a la Cámara autonómica sus iniciativas.

La intención de Gallardón, sin embargo, no parece contar con muchos apoyos en un PPCV muy sintonizado con Génova. Ayer el secretario general de los populares valencianos, Ricardo Costa, dijo que su partido «apoya claramente» la «opinión» de la dirección nacional e insistió en varias ocasiones en que «en estos momentos, la confección de las listas no está en la agenda del partido». «No se ha fijado ni un calendario, ni un procedimiento, ni unas etapas, ni unos plazos», dijo Costa sobre las listas.

Los populares no quieren que el debate sobre el posible relevo de Rajoy se abra cuando ni siquiera se han celebrado las elecciones, lo que arroja una sensación prematura de derrotismo. Preguntado sobre las palabras del fundador y presidente de honor del PP, Manuel Fraga -que ayer dijo que «hay que empezar ir empezando a negociar las sucesiones» - el número dos del PP valenciano afirmó lacónico que él trabaja «por la sucesión de José Luis Rodríguez Zapatero».