J. Sierra, Valencia

Montserrat, Vila, investigadora del CSIC recuerda en una publicación de este organismo científico que"en muchas postales de pueblos mediterráneos aparece alguna pita o chumbera con el mar al fondo". Ni una ni otra son plantas mediterráneas: llegaron del Nuevo Mundo con los colonizadores y fueron cultivadas para obtener fibra y dar soporte a unas cochinillas de las que se obtenía un tinte muy apreciado.

La chumbera se cultivó, posteriormente se naturalizó y finalmente lo invadió todo hasta el punto de "evocar escenarios mediterráneos erróneos" en la mayoría de ciudadanos, según Montserrat Vila.

Existen, sin embargo, razones para intervenir. En Australia la planta fue erradicada porque impedía el pastoreo en los terrenos que ocupaba, pero también provoca impactos estéticos y ecológicos.

Suculenta para algunas especies

La chumbera es terreno vedado a muchos animales, aunque lagartos, tordos, zorros, ginetas y jabalíes, además de los cuervos, buscan en los higos chumbos un alimento que se convierte en el principal propagador de la especie.

Otro problema que generan estas especies invasoras es la pérdida de biodiversidad que provoca. Bajo la exigua sombra de la chumbera apenas hay nada, mientras en la misma superficie con vegetación propia de la Calderona la diversidad biológica es infinitamente mayor y merecedora de protección.

Montserrat Vila apunta otro impacto más sutil relacionado con las interacciones biológicas y que podría afectar a otras plantas del entorno. "Las chumberas poseen flores muy vistosas que atraen a multitud de polinizadores. En áreas invadidas por la planta, los polinizadores se concentran en las flores de la chumbera y reducen las visitas a las plantas nativas, hasta el punto de que las interacciones planta-polinizador dejan de ser operativas lo que afectaría a especies que requieren polinización cruzada para producir semillas".