Rafel Montaner, Valencia

Los historiadores que han investigado la represión en la Valencia republicana durante la Guerra Civil habían oido hablar de ellas, pero nadie las había visto. Se trata de las fotografías que la Administración republicana del Cap i Casal ordenó tomar a los cadáveres de las víctimas de los paseíllos del llamado Terror Rojo. Hombres y mujeres asesinados por grupos de incontrolados por motivos ideológicos o religiosos, cuyos cuerpos eran abandonados en la calle, en los alrededores de la ciudad o en la misma puerta del Cementerio General.

Estas instantáneas formaban parte de la investigación judicial abierta para esclarecer los hechos y facilitar la identificación de las víctimas, dado que la gran mayoría de ellas se enterraban en una fosa común como personas desconocidas al no portar documentación alguna. En el reverso de las fotografías, que están impresas en el formato de tarjeta postal tan frecuente en la España de los años 30, se apuntaba el lugar donde había sido hallado el cuerpo y dónde se le había enterrado.

En el caso de que el cadáver formara parte de un grupo, se le retrataba con un número y se anotaba, por ejemplo, "partida de 5 con el número 4". Posteriormente, si se identificaba el cuerpo, se escribía el nombre al dorso de la postal. Así pues, estas fotografías fueron fundamentales para que, al acabar la guerra, muchas familias pudieran recuperar los restos de las víctimas de la violencia en la retaguardia republicana.

Todas estas imágenes se guardaban en las oficinas del Cementerio General, de donde, según testimonios de antiguos trabajadores de la necrópolis recogidos por Levante-EMV, podrían haber desaparecido en 1979 en el tránsito del último ayuntamiento de la dictadura al primero de la democracia.

Tres décadas desaparecidas

Tras 30 años pérdidas, las fotografías de las víctimas del Terror Rojo han reaparecido. Se están vendiendo como tarjetas postales a 20 euros en el rastro que los domingos se coloca alrededor de la Llotja de Valencia, y también en internet. Un vecino de Valencia, Juan José Ruiz, aficionado a coleccionar fotografías de la Guerra Civil las identificó inmediatamente cuando las vio en una caja de postales antiguas de uno de los puestos de dicho rastro.

Juan José es el nieto de uno de los asesinados en los paseíllos que ayer denunció en las páginas de este diario que el régimen de Franco "robó" los restos de su abuelo de una fosa común del Cementerio General para llevárselos al Valle de los Caídos hace ahora 50 años. Añade también que junto a su abuelo exhumaronsin permiso más de 300 cuerpos.

Ruiz, además, pudo ver las fotografías en el Cementerio General en 1959, cuando trabajaba de meritorio en el Negociado de Cementerios del ayuntamiento. "Un día, el que entonces era administrador del cementerio, Enrique Roca, me preguntó si quería tener la foto de mi abuelo cuándo lo mataron", cuenta.

Le hizo pasar a un cuarto al lado de la puerta principal y allí, continua, "había un archivador con cuatro cajas, que medían más de 60 centímetros de largo, llenas de fotografías". Recuerda que se asustó al ver los rostros destrozados por los tiros de gracia: "Acababa de almorzar y me entraron ganas de vomitar. Don Enrique, al ver que estaba más blanco que la pared, me riñó "¡Ché, no las mires así, míralas por detrás que están escritos los nombres!"".

Así, que al ver las fotos en el rastro, supo enseguida que eran como la de su abuelo. "Me pidieron 80 euros, 20 por cada una, y me dijeron que podían conseguirme más". Explica que el vendedor le contó que las había encontrado "tiradas por el suelo cuando recogían el antiguo rastro que se montaba a principios de los años 80 junto al antiguo hospital provincial".

Luego, al llegar a casa, comprobó las identidades de los cuatro asesinados en el libro del historiador Vicent Gabarda La represión en la retaguardia republicana. País Valenciano 1936-1939, el estudio más completo que se ha hecho de este tema. Juan José defiende que estas fotos, al igual que a él le entregaron la de su abuelo, deben tenerlas los descendientes de las víctimas. "Yo, si los familiares me lo piden, se las doy".

Militantes de la Derecha Regional

Se trata de Luís Simarro Rodal, abogado de 38 años y dirigente del partido Derecha Regional Valenciana (DRV), que fue teniente de alcalde de Alzira durante la dictadura de Primo de Rivera. Simarro fue fusilado el 18 de octubre de 1936 con otras dos personas en el Paseo de la Petxina, ante el muro del antiguo Colegio de Jesuitas donde ahora se quiere levantar un hotel de 11 alturas. Allí mismo había sido asesinado un día antes el abuelo de Juan José.

También esta la foto de Eduardo Ferri Pastor, agricultor de Villanueva de Castellón de 53 años y también militante de DRV. Fue asesinado el 10 de noviembre de 1936 junto a dos personas más en la Creu de Paterna, la cruz del término que separa este municipio de Benimàmet y uno de los lugares habituales de las ejecuciones.

Allí también mataron a Consuelo Planas Alarcón el 14 de octubre. Una mujer de 44 años que según el reverso de la foto formaba parte de "una partida de dos" cadáveres. La última pertenece a Federico Cañada García, y en ella anotaron "32 años. Los Corrales. Partida de 16 con el número 3. Picadero de Paterna. 10 Dic. 1936". Gabarda añade que este hombre era metalúrgico.

El coordinador del Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica, Matías Alonso, ha comprado otras tres fotografías en el portal de internet todocoleccion.net al sospechar que eran las fotos del Cementerio General. Ha pagado a un coleccionista anónimo 170 euros por las tres y un sobre original del estudio Photo-Sport del fotógrafo valenciano V. Barberá Masip con la inscripción "Tres cadáveres. Cruz de Paterna. 8/10/36".

Estas imágenes muestran a: Victoriano Pineda Mula, comerciante de 49 años que formaba parte de un grupo de cinco asesinados el 9 de octubre del 36 en el picadero de Paterna; Ramón Ginard Torralba, teniente de intendencia de 36 años hallado en el "Camino de Tránsitos Benimaclet cerca de las cámaras Beccari el 23-9-1936"; y a Carlos Casasus Casani, comerciante de 57 años que estaba detenido en el buque prisión España y fue fusilado el 11 de diciembre en el Picadero de Paterna con otras 16 personas.

Alonso, aunque califica de "vergüenza y una falta de respeto hacia las víctimas" que estas fotos se vendan, decidió adquirirlas porque son "documentos históricos a salvaguardar".

Su intención también es ponerlas a disposición de las familias, "porque contienen información de donde fueron enterrados su allegados"