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Como cada verano, la lluvia anual de estrellas fugaces de las Perseidas acude a su cita. Estos días ya pueden verse las primeras estelas de meteoros, pero su frecuencia irá aumentando en los próximos días hasta el máximo previsto entre el 12 y el 13 de agosto.

Esta lluvia tiene su origen en los restos del cometa Swift-Tuttle. La Tierra, debido a su movimiento de traslación alrededor del Sol, cruza todos los años en esas fechas la órbita del cometa, cuyos restos están escindidos por el espacio.

Al cruzarla, las partículas desprendidas del Swift-Tuttle entran en la atmósfera terrestre y se vuelven incandescentes por la fricción con el aire, produciendo impresionantes estelas que brillan en el firmamento.

Aunque se le llame lluvia de estrellas fugaces, realmente ni se trata de una lluvia ni de estrellas, ya que las partículas protagonistas tienen en su mayoría un espesor de pocos milímetros. Ocasionalmente se trata de meteoros más grandes, con el suficiente tamaño para no desintegrarse al atravesar la atmósfera, de forma que llegan a caer al suelo y se convierten en meteoritos.

Este año las fechas del máximo coincidirán con el cuarto menguante de la Luna, cuyo resplandor afecta desfavorablemente la observación de las Perseidas. Pero en las primeras horas de la noche la Luna no habrá salido todavía, por lo que se darán los mejores momentos.

Popularmente se conoce esta lluvia como Lágrimas de San Lorenzo, ya que coincide con la festividad de numerosos lugares a su patrón, que se celebra el 10 de agosto.