?El profesor Luis Navarro Lucas es vocal del Consejo Rector de Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias. En 2004 recibió el premio Jaime I de Nuevas Tecnologías. Navarro no entiende la visión divulgada del científico sádico, sin alma, encerrado en un laboratorio, transformando los alimentos... "¡Cómo vamos a hacer eso! ¡Es absurdo!", exclama.

Resulta que las transformaciones genéticas de los alimentos no son nuevas..

Ni mucho menos. Tienen, por lo menos, 10.000 años

Pues se han vuelto a poner de moda.

Le explico. Hace 10.000 los hombres primitivos, que eran cazadores y recolectores, decidieron que resultaba más rentable plantar una semilla y esperar a que germinase. Y así nació la agricultura, la transformación más trascendental de la historia de la Humanidad.

O sea, ¿la agricultura misma transforma las especies vegetales?

Exacto. Las transformaciones genéticas de las especies vegetales se vienen haciendo desde hace 10.000 años. Hasta no hace mucho, hasta el siglo XIX, la selección quedaba en manos de los agricultores. Los científicos seguimos esa estela, pero con mayor especialización. Aislamos este gen porque es el que el insecto prefiere y el resultado es una nueva variedad vegetal, que resiste la plaga, que permite que se desarrolle la siembra correctamente.

Estamos entonces con el hombre primitivo...

Frente a lo que se piensa, la dieta que mantenía era de lo más variada. Tenían como 150 especies vegetales diferentes para elegir...

¿Y por qué ponerse a cultivar?

No lo sabemos, pero la domesticación de las especies vegetales -coger unas semillas, preparar un terreno y sembrar- lo cambió todo.

¿Por qué?

Hasta entonces todos los hombres debían alimentarse saliendo todos a recolectar. Con la agricultura eso cambió: unos pocos trabajaban para que todos los demás pudieran comer.

Y ahí está el avance.

Eso es. Unos eran agricultores y los que no lo eran se dedicaban a otros menesteres. Pero sucede ahora prácticamente lo mismo.

Volvamos a la transformación de las especies vegetales.

Toda la historia de las variedades naturales es mentira, la selección de las plantas va en contra de la Naturaleza.

Explíqueme eso.

La germinación natural es aquella que se produce por medio del viento o porque la abeja transporta la semilla. Si dejáramos que la Naturaleza actuara, lo que nos encontraríamos sería que no todas las espigas de trigo germinan al mismo tiempo, que perderíamos mucho, que estaríamos pendientes de los cambios meteorológicos. La selección de los vegetales no se hace en contra de los hombres; todo lo contrario.

¿Y lo de las especies que no son naturales?

Nada de lo que comemos en España, por ejemplo, es español: la patata viene de los Andes; el maíz, pues ya me contará... Si vamos a mi tierra, a Valencia, le diré que las naranjas y el arroz son asiáticos. El trigo, de Mesopotamia... El asunto de las especies naturales es cosa de los ecólogos.

Por lo que voy viendo, la transformación genética no es cosa del demonio.

La polémica de los alimentos transgénicos pinta a los científicos casi con cuernos y rabo, pero eso es absurdo. ¿Cómo vamos a ir en contra de la Humanidad? La investigación alimentaria busca un único objetivo: mejorar la vida.

¿Hay alimentos suficientes para todo el mundo?

Se impone una nueva revolución verde (incremento de producción vegetal en los años cuarenta gracias a la transformación genética), se estima que en el mundo hay tantas personas que pasan hambre como sufriendo obesidad.

¿Y cuál es la solución?

La revolución verde cortó el hambre, en su momento. La visión que debemos tener no es la europea. Parece absurdo que desde la Unión Europea se subvencionen los excedentes de producción cuando África está como está. Pero no sólo sucede esto. Resulta que en la FAO (Organización de Naciones Unidas para los alimentos) estiman que para el próximo 2050 seremos 9.000 millones de personas con ganas de comer todos los días y de hacerlo mejor. Pasa en China, con una dieta basada en el arroz. Pero resulta que ahora quieren comer pollo. Y una caloría de pollo equivale a tres de arroz, o sea, con lo que antes comían tres ahora se alimenta sólo uno. Lo que quiero decir es que el problema que se presenta es verdaderamente muy grave.

¿Y cuál es la solución?

O hay que aumentar la superficie cultivable del planeta o aumentar las cosechas. Y la pregunta es obvia: ¿se puede hacer?

¿Se puede hacer?

Existen actualmente un millón cuatrocientas mil hectáreas cultivables en el mundo. Podemos ampliar un tanto así.

Pues ya está.

Los actos tienen sus consecuencias. ¿Dónde están esas hectáreas sin cultivar? Pues en la Amazonia, en las selvas tropicales. Se presenta ante nosotros una catástrofe económica.

¿Y entonces?

Entonces la solución se encuentra en la transformación genética. Si lo que queremos es alimentar a todo el planeta debemos incrementar la producción vegetal con especies más resistentes, que se defiendan de las plagas, del cambio climático. Es el modo de salvar el planeta y a todos los que vivimos en él.