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El 21 de octubre de 1991 el PP presentaba con el apoyo de la concejal tránsfuga procedente del PSPV, Maruja Sánchez, la moción de censura que desplazaría a los socialistas del Ayuntamiento de Benidorm para colocar al frente de la alcaldía a Eduardo Zaplana. Una iniciativa que se vio envuelta también en la polémica, aunque su transcendencia nacional e, incluso, autonómica fue casi nula.

Uno de los primeros en abrir el fuego fue el entonces secretario de Política Institucional, Joan Ballester, quien advirtió que "si el PP se sitúa en la posición de Zaplana, se sitúa en la cuerda floja, ya que produce una vulneración de los resultados electorales en Benidorm". Al mismo tiempo lanzaba insinuaciones sobre unos "intereses ocultos" detrás de la moción, que le valdrían la amenaza de una querella del presidente regional del PP, Pedro Agramunt.

Buena parte de los ataques socialistas fueron a su ex edil, continuamente calificada de "traidora". Pero también Eduardo Zaplana recibiría algún que otro dardo, como el que le lanzara el todavía alcalde socialista Manuel Catalán quien no dudó en calificarlo de "ave de rapiña" y asegurar que "hay pocos políticos indignos y a nosotros nos ha tocado la china". El aspirante del PP le replicaría afirmando que "nunca he tenido ambición de acceder a un cargo público". Un argumento que no convenció al secretario de organización socialista, Alberto Pérez Ferré, para quien "Zaplana quiere ganar por la fuerza lo que no consiguió en las elecciones". Pero además del cruce de declaraciones, el anuncio de la moción de censura también provocaría respuestas políticas del PSPV. Pérez Ferré plantearía la batalla al señalar: "no vamos a vengarnos, porque somos un partido serio, pero sí estamos en disposición de restituir la voluntad popular en algunos municipios". Se abría así la posibilidad de que los socialistas replicaran con mociones de censura en otras localidades.

Zaplana saldría a la palestra ante estas amenazas. "Lo que me da risa es que los del PSOE nos digan que hacemos transfuguismo, cuando son ellos los que habitualmente lo realizan". Además acusó a los socialistas de "crispar" con "declaraciones fuera de tono". "Está bien que estén cabreados, con perdón, pero de ahí a que monten el numerito que están montando con Benidorm", dijo.

Sin embargo, el presidente de la Generalitat y secretario general del PSPV, Joan Lerma, se inclinaría por evitar esa confrontación, lo que le valdría los elogios del propio líder popular. "El único que parece no haber perdido el rumbo es Lerma que ha llamado a la calma y a la prudencia a unos compañeros que se han puesto muy nerviosos", destacaría Zaplana. El presidente del PSPV, Antonio García Millares, intervendría para remarcar que "la dirección ha dicho que podríamos forzar una respuesta en otros municipios, pero no vamos a hacerlo, porque nuestro objetivo no es quitarle alcaldías al PP".

Así las cosas, la principal tensión se viviría en el propio Benidorm donde el PSPV reunió a más de millar de personas el 4 de noviembre en una manifestación contra la moción de censura que debía debatirse al día siguiente. Pero, diversas argucias impidieron que aquel pleno se realizara. Una demora que permitió a su vicesecretario general, Ciprià Ciscar, intervenir en la polémica: "El único objetivo del PP en Benidorm es desplazar del poder al PSOE, porque tan solo hace unos meses que los socialistas lograron la mayoría absoluta y no hay ninguna razón que la ciudadanía pueda entender para qua los populares presenten una moción".

Por fin, el 22 de noviembre de 1991 los populares conquistaban Benidorm con el voto de una ex edil del PSPV. Días más tarde, el 11 de diciembre, el PP refrendaría la operación. Ese día Zaplana recibía en la ciudad al vicesecretario general del Partido Popular, Mariano Rajoy.