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Una «cuarentena» hasta que escampe el temporal para dar satisfacción a Génova pero con billete de vuelta al cargo. El presidente Camps intentó ayer por todos los medios convencer a Ricardo Costa, su mano derecha estos años y conocedor de las «alcantarillas» del PPCV, para que acepte la propuesta que hoy propondrá a los 94 miembros del comité ejecutivo regional: Su destitución «temporal» como secretario general pero dejando vacante el cargo y manteniéndolo como portavoz en las Corts. La solución, según responsables campsistas, daría satisfacción a la exigencia de depuraciones de la dirección nacional sin segar la carrera política de Costa, a la espera de futuros acontecimientos.

Costa, sin embargo, se resistía anoche a aceptar esta componenda al no fiarse de que no esté con ello cavando su tumba política y cargando con el mochuelo de la rama valenciana del caso Gürtel. De ahí la negativa a dimitir y el órdago a Camps de que, si quiere (o si se atreve), que lo destituya en el comité regional. Algunas informaciones apuntaban anoche que el número dos barajaba emitir un comunicado dejando claro que él no hizo sino cumplir órdenes de Camps. Fuentes cercanas al todavía «número»?dos recordaban que no fue él quien trajo a Orange Market a la Comunitat —vino de la mano del propio Camps— y que fue el único que logró la unanimidad de los jueces en el archivo del TSJ.

El presidente, que no acudió ayer al desfile de las Fuerzas Armadas, se empleó a fondo para convencer a Costa de que aceptara el arreglo. Camps —al igual que sus personas de confianza— alabará la gestión del «número» dos como coordinador del partido y su trayectoria «intachable». Un homenaje antes de la sentencia. Dirigentes populares resaltaban que no está imputado ni acusado de nada, y que tampoco, a la luz del sumario, ha metido la mano en la caja.

Una cuestión de «estética»

La propuesta de Camps, según las mismas fuentes, tendría el aval de Génova, que el viernes, a lo largo del 9 d´Octubre más tempestuoso que se recuerda, exigió al jefe del Consell la cabeza de Costa. Ante la negativa del secretario general a dimitir (al alegar que no ha cometido ninguna irregularidad), el presidente convocó para hoy el comité ejecutivo. La «cuarentena» de Costa sería una vía intermedia que Camps, demostrando su autonomía de decisión, habría arrancado a Madrid, según las citadas fuentes. El «acuerdo» serviría para acallar a todas las partes en un escenario que, recalcan, no es comparable al alcance del caso en Madrid, sino que es un «problema de estética» en los comportamientos.

Habrá que ver si esa solución —un paripé, según los críticos, que subrayan que la destitución temporal «no existe»— es suficiente para Rajoy y también si Costa, quien intervendrá para leer su informe, asume ese papel o se defiende abriendo la caja de los truenos. Las mismas fuentes destacan el enfado con el vicepresidente Juan Cotino, a propósito de los supuestos informes del Consell sobre cargos del partido. De no haber solución negociada, se tendría que votar. El ex ministro Juan Costa, que está peleando para salvar la carrera de su hermano y que no sea el cabeza de turco, podría asistir al comité. Los zaplanistas propondrán que se pacte un grupo de notables para afrontar todos unidos la grave crisis, en lugar de ir poniendo «parches» a golpe de sobresalto judicial, como a su entender es el cese «temporal». En ese grupo estarían Camps, los tres presidentes provinciales, Rita Barberá y un miembro del Consell, probablemente Gerardo Camps. Los zaplanistas creen que el tiempo en que Camps hacía y deshacía sin contar con ellos ya ha acabado, si se quiere buscar soluciones a largo plazo.