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El presidente Francisco Camps optó ayer, por boca de la portavoz de su Gobierno, Paula Sánchez de León, por dar apariencia de normalidad a la reunión que los tres líderes provinciales, Alfonso Rus (Valencia), José Joaquín Ripoll (Alicante) y Carlos Fabra (Castelló), mantuvieron el jueves sin su presencia. El encuentro tenía por objetivo fijar una posición ante la grave crisis que atraviesa el PP y la parálisis del Consell y que comportaría cambios en el Ejecutivo, en el partido y en las Corts. Esa reunión secreta, sostuvo Sánchez de León, entra dentro de la «más absoluta normalidad de trabajo dentro de cualquier partido». Acto seguido, sin embargo, echó un jarro de agua fría a las expectativas del «triunvirato» a la sombra de Camps al dejar claro que el titular de la Generalitat no está por la labor de abrir otra crisis de Gobierno.

Por la noche, el presidente trató de dar un golpe de efecto que enmendara la imagen de inmovilismo y se plantó sin previo aviso en Castelló —donde el jueves se celebró la reunión de los barones— en la reelección de Alberto Fabra como presidente local del partido. El jefe del Consell entró en el recinto en el momento en que estaba interviniendo el vicealcalde y acabó clausurando el acto. El jefe del Consell hizo de nuevo un llamamiento a la resistencia y a la unidad y calificó de «ponentà» los difíciles momentos que atraviesa el PP valenciano y él personalmente. Según dijo, es un coste que tiene que soportar el que está al frente de una responsabilidad pública.

Del «triunvirato» paralelo a Camps, sólo Ripoll hizo declaraciones. El líder alicantino confirmó la cumbre, que tenía como objetivo, subrayó, tratar de salir de la «situación de "impasse"» en la que se encuentra el PP. Preguntado por los periodistas, Ripoll, sin hacer alusión explícita al caso Gürtel, señaló que había sido «una reunión en el ámbito privado» de la que no se pueden «dar los datos internos», aunque defendió el carácter «positivo» del encuentro, que se celebró en Castelló.

«Preocupación»

Ripoll se limitó a asegurar que existe una «preocupación» por la actual situación y que la intención de los tres presidentes es «arrimar el hombro para intentar salir cuanto antes de la situación de ´impasse´, que es mala para el partido». Preguntado sobre si éste ha sido un encuentro al margen de la dirección regional y nacional, contestó que «no es una reunión desconocida por nadie».

Los barones provinciales tienen previsto nuevos contactos en los próximos días. Según las fuentes consultadas pretenden que sea el mismo presidente el que autorice la búsqueda de esas soluciones consensuadas e incluso que la lidere. Las medidas se centran en el PP, que es el ámbito de responsabilidad de los barones, pero podría extenderse al Gobierno si Camps asume el diagnóstico que hacen sus «generales».

En concreto, se apuesta por una remodelación amplia del Ejecutivo para conformar un Gobierno con menos carteras pero más operativo, soltando lastre Gürtel y desprendiéndose de consellers de perfil bajo. En cuanto al partido, se pide la designación de un secretario general de consenso frente al nombramiento unilateral de César Augusto Asencio para enterrar definitivamente la absurda situación actual con Ricardo Costa, destituido para Génova pero que mantiene sus despachos en la sede regional de la calle Quart y en las Corts.

«Ocasión de oro perdida»

También para las Corts se propone un portavoz parlamentario pactado, frente a la elección que hizo Camps de Rafael Maluenda. Sólo así, consideran fuertes cercanas al «triunvirato», se podrán empezar a poner las bases para una nueva etapa política. «Camps tuvo una ocasión de oro para hacerlo en verano, pero la desaprovechó con una remodelación de la que nadie se ha enterado», se lamentó ayer un dirigente popular.

La dirección nacional del PP está amparando los movimientos en el partido en vista de que Camps no movía ficha para salir de esta parálisis. Así, tanto Mariano Rajoy como María Dolores de Cospedal mantienen hilo directo con los barones provinciales.