Joan Oleza, catedrático de Filología Hispánica de la Universitat de València, dirige un colosal proyecto de investigación sobre el teatro clásico español que ha sido seleccionado por el programa Consolider, la joya de la corona de la I+D+i estatal. El proyecto recibirá 2,3 millones de euros y en él trabajarán 136 investigadores de todo el mundo.

Si las humanidades son el patito feo de la inversión en investigación científica, ¿por qué ha triunfado este proyecto filológico?

Conseguirlo era extremadamente difícil, porque el Consolider es la etapa superior del programa nacional de investigaciones científicas y, desde su creación en 2006, ningún programa de humanidades había accedido a él. Pero nosotros confiábamos en ello porque tenemos un macroproyecto muy cohesionado en el que participan 136 investigadores de 52 universidades distintas.

¿Cuál es el objetivo?

Ya lo dice el título: el estudio, la preservación y la difusión del patrimonio teatral clásico español. Por una parte, preservar y difundir al máximo los textos. Y por otra, crear instrumentos para adaptar el saber humanístico a las nuevas tecnologías y a la perspectiva global de la sociedad.

¿La aplicación de nuevas tecnologías puede marcar un punto de inflexión en la investigación filológica?

Hemos entrado en una transición hacia una nueva forma de conocimiento regulada por las nuevas tecnologías. El posmodernista Leotard lanzó una profecía: o el saber humanístico aprende a familiarizarse y a imbricarse con las nuevas tecnologías o desaparecerá.

¿Usted piensa lo mismo?

No creo que llegase a desaparecer, pero sí que quedaría muy atrasado porque las nuevas tecnologías multiplican la productividad.

En concreto, ¿qué avances tecnológicos utilizarán?

En especial, bases de datos complejas que sean capaces de almacenar el conocimiento y articularlo. Hasta ahora, el conocimiento filológico era disperso y muy individual. Nosotros pretendemos crear grandes almacenes colectivos de información que puedan consultar en tiempo real los investigadores. Ya tenemos una base de datos informática con los argumentos de las obras de teatro clásico, y otra que almacena la información de los actores y las compañías teatrales del periodo clásico. Ahora vamos a poner todas estas bases de datos, y otras que se elaborarán, en disposición de ser consultadas en tiempo real e intercambiando información.

¿Hay demasiados "dinosaurios tecnológicos" en los departamentos humanísticos de las universidades españolas?

Sí. El conocimiento humanístico se hace fuerte en sus tradiciones apoyándose en que sus métodos han durado siglos. Hay demasiada autocomplacencia en los métodos de investigación tradicionales.

¿Qué importancia atesora el teatro clásico español para destinarle 2,3 millones de euros a su investigación?

Es un capital simbólico de este país. Junto con Cervantes, el teatro clásico español de Lope de Vega, Calderón de la Barca o Tirso de Molina es el canon que la cultura española propone al conjunto de la cultura occidental como elemento de referencia. Pero en el siglo XXI, en plena era global, la partida se juega en otro terreno de juego. La referencia ya no es nacional, sino global. O entras o te quedas fuera. Y ahora tiene que definirse cuál es el canon literario europeo.

Y este proyecto Consolider pretende que el teatro clásico español esté en esa "Champions" de la literatura europeaÉ

Evidentemente, la aspiración es estar en esa Champions. Se trata de conseguir que el teatro clásico español sea una referencia internacional como lo es el teatro isabelino inglés, el renacentista italiano o el teatro clásico francés.

También apuestan por editar textos clásicos. ¿Qué porcentaje de las obras teatrales del siglo de oro permanecen inéditas?

El teatro clásico fue el primer gran mercado cultural de España y, para abastecer la enorme demanda, se escribieron unas 3.000 obras. Hasta hace 20 años se había editado entre el 10 y el 15% de todas ellas. Ahora rondaremos el 25 o 30%. Con nuestro proyecto queremos llegar a editar el 80% de todas las obras teatrales clásicas.