El insulto del vicepresidente Juan Cotino a la diputada de Compromís Mònica Oltra -le espetó que se avergonzaría de tener una hija así y después le vomitó que posiblemente no conoce a su padre-caló en las entrañas de la parlamentaria, que tardó minutos en llamar a Juan Oltra, su padre, para tranquilizarlo.

Las circunstancias de la cruda existencia del matrimonio Oltra-Jarque hicieron que la diputada no pudiera incorporar el apellido paterno hasta los 11 años. Ese dato consta en su partida de nacimiento, documento que figura en expedientes oficiales como el de adopción de sus hijos, gestionada en la Conselleria de Bienestar Social cuando Cotino era titular, una coincidencia que la propia Oltra confesó que le "asustaba". El temperamento de la diputada Mònica Oltra, una de las almas más enérgicas de las Corts, tiene pedigrí. "Soy hija de un exilio de amor". La proclama poética que lanza la parlamentaria se ajusta a las circunstancias que vivieron sus padres, Juan y Ángeles, cuando, en vísperas del mayo francés y de la Primavera de Praga, buscaron la suya propia, la de su relación imposible, en Alemania. Se instalaron en el pequeño Kaarst y dejaron atrás el corsé legal del nacionalcatolicismo.

La moralina con forma de Código Civil hacía imposible normalizar la relación entre un separado -el mecánico matricero- y una chica soltera de Santa Cruz de Moya, tierra de maquis. "Las grandes víctimas del franquismo fueron los fusilados, los represaliados políticos o los homosexuales, pero también los represaliados civiles como mi padre, que tuvieron que huir", explica Oltra a este diario. Aquella pareja contracorriente atesoraba méritos políticos para el exilio. Ambos militaban en el PCE. "A mi mujer la llamaban Pasionaria", dice el hombre. A los dos años de estancia alemana, nació Mònica Jarque Tortajada. Era el nombre que figuraba en la partida de nacimiento expedida en el Consulado de España en Düsseldorf. Su padre seguía casado, a efectos legales, con aquella mujer de la que se separó de hecho años antes. Mònica adoptó por ello los dos apellidos maternos. En 1981, con la ley Fernández Ordóñez, por el ministro que la parió, llegó el divorcio y la aplicación, vía Código Civil, del mandato constitucional del reconocimiento de derechos de los hijos engendrados sin matrimonio. Los primeros que se acogieron a la bendición democrática en el exilio alemán fueron Mònica y Juanín, que incorporaron el apellido Oltra.

El reconocimiento oficial de paternidad de quien siempre fue genética y afectivamente su padre figura como apunte en la partida de nacimiento de la diputada. Este papel oficial consta, por ejemplo, en el expediente de adopción de los dos hijos de Mònica, dos hermanitos que llegaron de Etiopía en 2008, tras 24 meses de espera y 24 años después de que la familia Oltra-Jarque regresó de Kaarts, la Nochevieja del 84. Durante la tramitación de la adopción, Juan Cotino dirigía Bienestar Social, departamento que gestionó el expediente.