Si usted es tendero, operario de fábrica o parado y cree que el valencianismo es algo abstracto que no da de comer, está en un error. Un nivel más elevado de conciencia identitaria de los valencianos mejoraría sus perspectivas de progreso económico. La idea no es de un nacionalista excitado por himnos y banderas o de un político en campaña, sino del catedrático de Economía Aplicada Vicent Soler. Y es fácil de sintetizar: el aumento del sentimiento indentitario refuerza la cohesión social y potencia el capital social como factor intangible de crecimiento económico.

Soler defendió anteayer esta conexión entre valencianismo y crecimiento económico en el seminario que organiza la asociación Tirant lo Blanch. "La interacción entre el fenómeno de la glocalización y el papel que juega una buena dotación de capital social en el crecimiento económico permite concluir que las identidades, como implementadoras de cohesión social [léase mejora de la atmósfera social e institucional], pueden añadir potencial de crecimiento a un país", afirmó Soler.

Por ello es clave para la economía valenciana, añadió, "el grado de autoestima como pueblo y el interés por lograr visibilidad como tal mediante el cultivo decidido de las señas de identidad, particularmente de la lengua".

No es una reflexión extemporánea. La renta per cápita de los valencianos lleva 15 años en caída libre en comparación con la española. En 1995 compartíamos el mismo nivel. Ahora, en cambio, la renta per cápita valenciana es 11,4 puntos inferior a la media estatal.

La "invisibilidad política"

Además del cambio de modelo económico que necesita la economía valenciana -y que pasa por potenciar la economía del conocimiento, de la diferenciación y el valor añadido-, Soler advirtió que también es necesario potenciar el sentimiento valencianista. "La invisibilidad identitaria y lingüística de nuestras instituciones comporta, sin duda, una pérdida de peso institucional en España y Europa", advirtió Soler. Esta pérdida de peso ha acabado acarreando "la desatención de nuestros intereses y necesidades", dijo, "en el diseño de las políticas económicas y las estrategias territoriales, así como en el reparto de los presupuestos públicos y de la inversión en infraestructuras".

Los catalanes, ejemplificó el catedrático de la Universitat de València, "han sabido hacerse oír y valer". A los valencianos, en cambio, la "invisibilidad política" les ha hecho "débiles" en sus reivindicaciones. La moraleja es simple: "Difícilmente el pueblo que no se respeta a sí mismo puede esperar ser respetado por los otros", concluyó Soler. Por ello, dijo, "hace falta una inmensa labor pedagógica para convencer a nuestra gente de que la cohesión social y la visibilidad identitaria es un instrumento inmejorable para lograr mejorar las capacidades de crecimiento económico y la calidad de vida de todos nosotros".

Según remarcó el ex candidato a rector, "la ideología nos ha salido muy cara a los valencianos". Porque igual que la unión identitaria daría más fuerza económica, "las polémicas identitarias" se han traducido en una deseconomía. Es decir, un factor que ha jugado en contra del crecimiento valenciano al enrarecer el ambiente. "Es el caso del anticatalanismo, que ha salido muy caro a los valencianos" por la frustrada cooperación con Cataluña. Así es que, según la teoría Soler (apoyada en premios Nobel y otros economistas), da igual que usted sea tendero, currante o parado: reforzar la identidad valenciana le sale a cuenta.