La decisión del Tribunal Supremo de reabrir la causa contra el president de la Generalitat, Francisco Camps, por haber aceptado trajes regalados de la trama de corrupción del "caso Gürtel" prolonga el "ratito largo" que hace más de un año el president auguraba que quedaba para aclarar este "lío".

Camps, quien las pocas veces que se ha referido públicamente al "caso Gürtel" ha sido para calificarlo de "montaje político", "lío" o cuestión "absurda" y "estrafalaria", siempre ha asegurado que no hay "nada de nada" e incluso ha llegado a perdonar a la oposición por decir "cosas tan horrorosas".

El "caso Gürtel", destapado por la Audiencia Nacional en febrero de 2009, se cruzó en la trayectoria política de Camps, primero en forma de trajes que la trama de corrupción le habría regalado por valor de 12.783 euros y luego como sospecha de supuesta financiación ilegal del PP valenciano, en un momento dulce.

No en vano, se había erigido como barón del PP, gracias al vivero de votos populares que supone la Comunitat, y uno de los puntales del presidente nacional, Mariano Rajoy, al que apoyó públicamente el día después de que perdiera las elecciones generales y con el que tiene a gala compartir una amistad forjada en momento "difíciles".

En clave interna, el PPCV parecía unificado tras liberarse Camps de la tutela de su "padre" político, el ex president Eduardo Zaplana, y conseguir apagar los conatos de rebelión de la provincia de Alicante, donde nunca ha dejado de existir el reducto "zaplanista" liderado por el presidente de la Diputación y del PP alicantino, José Joaquín Ripoll.

Electoralmente, su segundo mandato al frente de la Generalitat por mayoría absoluta lo inició como el president más votado de la historia democrática en la Comunitat, lo que le consolidó como líder de una formación imbatible en las urnas desde 1995.

En ese contexto, y con una oposición incapaz de toserle, Camps saltó a las portadas de los periódicos con conversaciones reflejadas en el sumario que evidenciaban su amistad con el dirigente de Orange Market, Álvaro Pérez "El Bigotes", al que se refería como "amiguito de alma" y le decía "te quiero un huevo".

Camps se convirtió el 20 de mayo de 2009 en el primer president de la Generalitat en declarar como imputado ante el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) y transformó la causa en un ataque del Gobierno socialista a los valencianos, mientras que enfocó como un plebiscito a su gestión las elecciones europeas de junio, en las que dobló la distancia con el PSPV.

En agosto, el TSJCV archivó el caso de los trajes, lo que supuso un balón de oxígeno que algunos pensaron que aprovecharía para remodelar su gobierno o incluso convocar elecciones anticipadas, si bien Camps, caracterizado por medir sus tiempos, dejó que todo siquiera igual.

Sin embargo, el levantamiento parcial del secreto del sumario dio a conocer nuevas conversaciones que apuntaban a una posible financiación ilegal del PPCV y situaban en el centro de la diana a su mano derecha en el partido, Ricardo Costa, al que acabó destituyendo en octubre tras un enfrentamiento entre la dirección regional y nacional que descompuso la relación de confianza.

Camps, cuya primera reacción al inicio del caso fue comparecer en el Palau de la Generalitat acompañado de su gobierno y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá -uno de sus puntales todos estos meses-, para negar las acusaciones, ha evitado constantemente a la prensa, y las pocas declaraciones sobre "Gürtel" las ha hecho en las inevitables sesiones de control de Les Corts.

Allí, la oposición le ha preguntado reiteradamente por el caso, y allí espetó al portavoz socialista, Ángel Luna, la frase por la que tuvo que disculparse horas después: "A usted le encantaría coger una camioneta, venirse de madrugada a mi casa, y por la mañana aparecer yo boca abajo en una cuneta".

La oposición ha pedido varias veces la convocatoria de elecciones anticipadas al considerar que el Gobierno valenciano está "paralizado" desde que empezó esta investigación, pero Camps ha asegurado que completará su compromiso con los valencianos y el PP nacional le ha revalidado como candidato a la presidencia de la Generalitat.

Incluso el líder del PP, Mariano Rajoy, mostró el pasado 6 de mayo su respaldo a la candidatura de Camps, "diga la Justicia lo que quiera", palabras que tuvo que matizar este mismo lunes para recalcar que acata siempre las decisiones judiciales.

La decisión de hoy del Supremo puede suponer un punto de inflexión en la carrera política de alguien que se ha curtido en todas las Administraciones y parecía llamado a ocupar las más altas responsabilidades, aunque ha confesado que sueña con el día en que se convierta en ex president, porque nadie le puede quitar algo tan "hermoso" como poder decir: "fui president de la Generalitat".