? El niño que pudo reinar se llamaba Tomás Palomares y vivía en Fuenterrobles, un pequeño municipio que en 1766 todavía dependía de Requena. La historia de Tomás y de sus presuntas aspiraciones al reino de España parece a ratos un sainete, pero no más que el que vivía entonces la convulsionada España, con un rey, Carlos III -a quien los madrileños adoran como artífice de la moderna urbe-, y que paradójicamente andaba por la época huido en Aranjuez para evitar la amenaza de las turbas desatadas en el conocido como "Motín de Esquilache", el verdadero reformador, que acabó cesado y forzado al exilio.

La historia del aspirante a la Corona de Fuenterrobles ha sido recuperada por el cronista oficial de esta población, Fernando Moya, rastreando en una cita del "Reinado de Carlos III en España" de Antonio Ferrer del Río, escrito casi 100 años después de los hechos.

Todo arranca con un escrito anónimo que apareció en la Corte y en el que emplazaba al entonces hombre fuerte de la Corona, el Conde de Aranda, a nombrar rey de España al hijo de un "poberecico labrador", fundador de una familia de mucha "virtu" a quien "les biene la corona de muy antiguo", tanto que los hacía descendiente del "Rei banva".

El anónimo emplazaba a Aranda a ir personalmente a Fuenterrobles, con la mayor brevedad, sacando al joven Tomás, de 13 años, investido ya como rey de España para que el país pudiera "gosar... de mucho consuelo, de mucha paz, de muchos bienes espirituales y temporales..." mientras "Don Carlos", el rey, debería volver a Nápoles, de donde partió para ocupar la Corona de España.

Probablemente, y en otras circunstancias, el anónimo hubiera provocado solo una carcajada en la Corte del Borbón, pero los tiempos estaban para pocas bromas.El inicio del reinado de Carlos III estuvo acompañado de numerosas revueltas que afectaron a la Corte, pero también a las provincias y de forma aparentemente coordinada, lo que llevó al monarca y su entorno a investigar cualquier incidente o rumor que pudiera socavar su poder.

En ese contexto, Pedro Pablo Abarca de Bolea, X conde de Aranda, capitán general de Valencia y que con sus tropas desplazadas en Aranjuez había tranquilizado al amedrentado monarca, se convirtió en el hombre fuerte de la Monarquía. El Rey le nombró presidente del Consejo de Castilla y le encomendó "actuar con dureza para aclarar y descubrir quienes eran los autores de esos levantamientos", según escribe Fernando Moya.

Fue el propio Conde de Aranda quien de su puño y letra pidió al corregidor de Requena que iniciara una discreta investigación - "con reserva y habilidad" sobre la familia mediante una carta fechada el 5 de julio de 1766. En Requena responden que el corregidor estaba ausente y hay un cruce de correos "asombrosamente rápido" para la época, destaca Fernando Moya, en el que Aranda acaba reclamando con urgencia el informe.

La investigación realizada por el corregidor desvela la existencia de una familia, la de Manuel Palomares, que coincide con la del anónimo, con cinco hijos del que el segundo es Tomás. Dicen de ellos que son "cristianos viejos" y "labradores honrados", tanto que Manuel fue distinguido como pedáneo de Fuenterrobles. De los hijos, incluido el supuesto aspirante, se dice que no se manifiesta en ellos un "particular talento que sin duda dimana de la falta de cultivo". Y añade que "Salvador y Tomás", los hijos mayores, "saben leer en letra de molde y no otra cosa".

El Conde de Aranda quedó satisfecho con el informe y aunque ordenó mantener una vigilancia a distancia sobre la familia, no adoptó ninguna medida.

Fernando Moya, profundo conocedor de la tradición oral en Fuenterrobles, cree que la familia Palomares nunca llegó a enterarse del riesgo que corrió y del origen del anónimo que les puso por unos días en el ojo del huracán. Tampoco parece que el Ayuntamiento de Requena conociera las razones de la urgencia de Aranda.El cronista ha intentado seguir la pista de los hechos, contenidos en un legajo depositado en el archivo de Simancas, aunque se ha encontrado con una dificultad añadida: el apellido Palomares se hizo después abundante en este municipio, entonces aldea que más tarde se segregaría de Requena.

Fernando Moya cree que el "pretendiente" Tomás Palomares es el mismo que fue alcalde pedáneo de Fuenterrobles en 1803,1806 y 1809, pero luego el rastro se pierde.

"Nadie sabe nada de esta historia ni queda memoria de ningún tipo". Moya cree que si la familia se hubiera jactado de su "descendencia real" o manifestado públicamente sus aspiraciones, hubiera quedado memoria "o incluso un apodo, pero no hay nada". El joven labrador que casi no sabía leer nunca tuvo opción de reinar, ni siquiera en la convulsa España de 1766.