Trescientos investigadores y expertos de todo el mundo exponen hasta el cinco de junio en Valencia las últimas novedades en seguridad vial y regulación del tráfico, convocados por la Universidad Politécnica de Valencia en el IV Simposio Internacional de Diseño Geométrico de Carreteras, que se celebra en el Museo Príncipe Felipe.

Hoy se presentarán las turboglorietas, un invento holandés que separa los tráficos según el destino desde que el vehículo se introduce en la rotonda para evitar las colisiones laterales. "Las turbo glorietas son rotondas que presentan una isleta central de forma no circular y canalizan el tráfico en las entradas y a lo largo de la calzada anular según el destino. Así se disminuye la conflictividad y aumenta la capacidad, pero requieren de una habituación que todavía no está clara. Se inventaron en Holanda y se han desarrollado también en Alemania y en otros países en menor medida", explica Alfredo García, director del Grupo de Investigación en Ingeniería de Carreteras de la UPV y co-presidente del Simposio. La primera turboglorieta en España se inauguró en 2009 en Grado (Asturias).

También se debate sobre los límites de velocidad. En la mayoría de países se aboga por unos límites genéricos, según las carreteras por las que se circule. O como sucede en Alemania donde no hay límites de velocidad en las autopistas con buen trazado. De hecho, el investigador de la UPV apostaría por aumentar a 130 kilómetros la velocidad máxima en España (considera que 150 ya sería excesivo) porque en las carreteras de altas prestaciones "el conductor se relaja a 120 km/h, lo que puede aumentar la distracción y la peligrosidad. La seguridad no está en la velocidad más baja", señala este experto.

Pero en la Dirección General de Tráfico ni se plantean incrementar los límites. "España ha conseguido reducir a la mitad las víctimas mortales de tráfico. Y la mortalidad se ha reducido por el control de la velocidad con los radares. La gente va más despacio y tiene más tiempo para reaccionar. Cada kilómetro por hora que se reduce la velocidad media de los vehículos equivale a una reducción del 3% de las víctimas mortales", asegura el valenciano Enrique Belda, Subdirector General Adjunto de Circulación de la Dirección General de Tráfico (DGT) del Ministerio del Interior.

Belda cita un caso muy concreto en la Comunitat Valenciana. "El viaducto de Buñol en la A-3 ha dejado de ser un punto negro (cinco muerte al año) desde que se instaló un radar". La cifra de fallecidos puede parecer reducida, si se compara con el total de vehículos que circulan al año por este viaducto, pero la DGT considera punto negro el tramo de "carretera en el que durante un año natural se han detectado tres o más accidentes con víctimas, con una separación máxima entre uno y otro siniestro de 100 metros" desde el año 2000.

El debate sobre el aumento de los límites de velocidad está "más en los agentes y los gestores de las carreteras pero no en la administración", asegura Enrique Belda. "La DGT tiene muy claro que los límites de velocidad no van a aumentar por tres razones. Primera: a más velocidad más energía se crea. ¿Por qué murió Lady Di si el coche aguantó Porque a 200 km/h un coche puede resistir pero el cuerpo que va dentro, no", explicaba el subdirector de circulación. El segundo motivo es que "aumentar de 120 a 130 km/h (el incremento que se sugiere) apenas permite ganar de 5 a 15 minutos. Un tiempo que se pierde tomando un café". Y, el tercero, es que la administración rechaza de plano "que se relacione las autopistas con la opción de ir más rápido y que cuaje la filosofía: quien paga va más rápido y quien va por autovía va más lento. No. Si se planteara un aumento se basaría en el tipo de carretera y no se limitaría a las autopistas". De ahí que la Conselleria de Infraestructuras, que aspiraba a aumentar los límites de velocidad en las autopistas de peaje que aspira a construir no tenga ninguna posibilidad de aprobar esta medida.