Más de un millar de profesionales participan desde ayer en Valencia en la Feria Internacional de Seguridad y Emergencia. La feria arranca marcada por la crisis en el sector, que en los últimos meses ha acabado "con el quince por ciento de la industria de la seguridad", según lamentaron los responsables del certamen. Trescientas veinte firmas intentan atraer la atención de los responsables policiales con innovaciones en sistemas de comunicación y nuevas tecnologías. El Cuerpo Nacional de Policía, la Guardia Civil y la Policía Local de Valencia presentan en la feria sus equipos de vanguardia.

Ignacio Muñoz, organizador del certamen, lamentó que muchas empresas privadas han recortado sus partidas de seguridad para reducir costes y la Administración tarda demasiado en pagar. "La industria de la seguridad no puede soportar la demora en el pago", insistió. Muñoz puso como ejemplo de la influencia de la crisis que en la feria celebrada hace dos años participaron 450 empresa, ciento treinta más que este año.

La feria, que por primera vez se organiza en Valencia tras seis ediciones en Madrid y Zaragoza, está marcada por los adelantos tecnológicos. El Cuerpo Nacional de Policía muestra el nuevo método de control de pasaportes en las fronteras, que lleva un mes funcionando en pruebas en los aeropuertos de Barajas y El Prat. El sistema de detección de documentos falsos toma las huellas y una fotografía de los pasajeros como en Estados Unidos.

La Guardia Civil ha llevado a la feria un vehículo especial para la lucha contra las amenazas nuclear, radiológica, bacteriológica y química (NRBQ). El equipo participó hace unos meses en una supuesta alerta por ántrax en un aeropuerto valenciano, que resultó una falsa alarma ya que las presuntas esporas eran partículas de azúcar glas de una ensaimada comprada en Mallorca. Además, una unidad de la Guardia Civil está realizando exhibiciones con perros especializados en la búsqueda de personas y la localización de narcóticos.

La Policía Local de Valencia enseña su localizador de agentes. La sala del 092 puede ver en una pantalla con un plano de Valencia la posición exacta de cada agente gracias a un emisor GPS que tienen instalado los policías en sus equipos de comunicación.

Los visitantes también pueden observar de cerca uno de los dos coches Smart equipados con cámaras que la Policía Local de Valencia utiliza para multar a los conductores que estacionan en el carril reservado al transporte público. Cada coche -al que los agentes llaman Tamagotchi- puede llegar a poner doscientas multas al día. La policía está satisfecha con su efecto disuasorio y asegura que han descendido los problemas en el carril bus. No en vano, la multa mínima es de 200 euros.