Francisco Camps llegó a la Generalitat con un proyecto que tenía en Jaume I la figura referencial y cargado de simbolismos como el manifiesto de Ares para impulsar el valenciano. Siete años después, la debilidad política de Camps, tanto respecto a Génova, agravada por el caso Gürtel, como puertas adentro, ante la disidencia zaplanista de Alicante, han facilitado el desmantelamiento del sistema financiero valenciano, con las dos cajas subordinadas a entidades foráneas. Un escenario muy diferente al del presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, que ha forzado las fusión de sus cajas, contra la voluntad de éstas y del Banco de España, para mantener una gran caja de Galicia. También Cataluña ha preservado su sistema financiero. Incluso Andalucía. El riesgo de que la Comunitat pierda en unos años sus entidades propias, e incluso las marcas, y que el empresariado tenga que peregrinar a Madrid, flota en el aire.

En noviembre pasado, Camps conminaba a los responsables de CAM y Bancaja a rechazar cualquier operación con entidades foráneas. El 27 de mayo hizo un pronunciamiento en que evidenció su oposición a la fusión Bancaja-Caja Madrid. Seis meses después, el resultado es la constatación del fracaso que culmina una etapa marcada por los continuos vaivenes, vacilaciones e inhibiciones.

23 de julio de 2003. Un mes después de la toma de posesión, Camps se reúne con los responsables de Bancaja (Julio de Miguel) y CAM (Vicente Sala) y da carpetazo a los intentos de Zaplana de fusión. «De momento» no habrá alianza, dijo, por lo que ambas seguirán «por separado». Al día siguiente, el portavoz del PP en las Corts, el entonces zaplanista Serafín Castellano, recuerda que el partido siempre ha defendido la fusión. En diciembre, Camps la descarta.

30 de junio de 2009. El debate de las fusiones se abre con la puesta en marcha del Fondo de Reestructuración Bancaria (FROB). El Banco de España comienza a presionar en favor de la fusión de entidades interregionales. El conseller de Economía, Gerardo Camps, da un giro de 180º y afirma que «las fusiones dependen de las necesidades económicas y no hay que descartarlas», puntualizando que se refiere a alianzas interregionales. Al día siguiente, advierte que el rechazo alicantino hace casi imposible la unión CAM-Bancaja.

8 de julio de 2009. Génova marca su doctrina. El responsable popular de Economía, Cristóbal Montoro, acusa a las autonomías de querer montar un «sistema bancario regional» con dinero público. Génova apuesta por la fusión de CAM y Caja Madrid.

1 de noviembre de 2009. Gerardo Camps cambia de posición e insta públicamente a Bancaja, CAM y Caixa Ontinyent a fusionarse, asegurando que sería una «irresponsabilidad» que el Consell no impulsara este proceso y las entidades lo analizaran seriamente. Por entonces, Mariano Rajoy ya ha logrado imponer a Rodrigo Rato como presidente de Caja Madrid. Se extiende la impresión de que Rato sí logrará los apoyos políticos para la fusión con la CAM.

6 de noviembre de 2009. El jefe del Consell reúne a los presidentes de las tres cajas (Olivas, Crespo y Soriano) para instarlos a fusionarse, advirtiéndoles que no tolerará ninguna operación con entidades foráneas, con la mente en Caja Madrid. Apremiado por el Banco de España, el Consell se marca como objetivo iniciar la fusión en abril de 2010. El 9 de noviembre, aplica el rodillo en las Corts y excluye al PSPV del proceso al copar todos los vocales de las cajas.

17 de noviembre de 2009. El conseller Camps cambia de discurso y aboga ahora por una fusión virtual (SIP) de las tres cajas valencianas. Denuncia que el Banco de España está presionando para una unión CAM-Caja Madrid-Caixa Galicia. El PP nacional vuelve a exigir cajas interregionales.

18 de noviembre de 2009. Gerardo Camps presiona a la CAM al desvelar que ésta entrará en pérdidas en 2010. Aluvión de críticas al conseller. Francisco Camps lo rectifica al día siguiente y dice que la el futuro de la CAM «tiene que ser lo que decidan los alicantinos».

28 de noviembre de 2009. Gerardo Camps declara a Levante-EMV que la fusión CAM-Bancaja es «una alternativa más» y, de hacerse, la sede debe estar en Alicante.

19 de febrero de 2010. Gerardo Camps anuncia que las cajas valencianas han iniciado contactos para su fusión. Asegura que al Consell «no corresponde» encargar documentos sobre la viabilidad de la fusión, como sí hizo Feijóo con las entidades gallegas. El 9 de marzo, declara que el Consell aceptará cualquier decisión de las cajas, incluso si ésta es «distinta» a la posición de Génova. El 11 de mayo, Feijóo impone la unión de Caixa Galicia y Caixanova.

12 de mayo de 2010. El Consell se inhibe. El vicepresidente primero, Vicente Rambla, deja todo ahora en manos de las cajas al pedir respeto para que éstas estudien cualquier operación «sin distorsión por presiones sociales o políticas».

25 de mayo de 2010. Tras fracasar el 11 de mayo el intento de fusión de CAM con Caja Murcia, la entidad alicantina se une el día 25 con Cajastur y otros organismos en una fusión fría en la que posee el 40% y en la que la sede operativa estará en un banco en Madrid.

27 de mayo. El terreno queda expedito para que Caja Madrid se fusione con Bancaja. Una opción que el presidente del Consell todavía rechaza al proclamar que las cajas de la Comunitat «son pilares fundamentales de nuestra economía». «Es fundamental que las cajas valencianas sigan estando en casa, como la CAM y también Bancaja».

Primera semana de junio. El Banco de España traslada al Consell que impondrá la fusión de Bancaja y Caja Madrid. Cuenta con la espada de Damocles de elevar las provisiones por morosidad, deteriorando el resultado e imagen de las cajas. El Consell baja los brazos definitivamente. El 10 de junio se anuncia la fusión virtual con Caja Madrid en la que ésta goza del 58%. «Hoy es un gran día para Valencia», proclama Camps.

Lerma y Zaplana buscaron la fusión de la CAM y Bancaja

El ex presidente socialista, Joan Lerma, ya exploró las posibilidades de una fusión CAM-Bancaja para crear una entidad valenciana hasta 1995. Sin éxito. La oposición de Alicante frenó la operación. Algo similar le ocurrió al primer inquilino del PP en el Palau, Eduardo Zaplana. Éste acometió en la primavera de 2000 el intento más serio de crear una «supercaja» valenciana. Zaplana participó incluso en reuniones con responsables de Bancaja y de la CAM para decantar el proyecto. Pero la fuerte oposición en la entidad alicantina, en la patronal y en la propia sociedad de Alicante, lo llevó a desistir. En septiembre de 2000 ya se daba por descartada. En compensación, las entidades aceptaron crear una corporación donde integrarían sus participaciones empresariales, como una semilla de una futura fusión. En realidad, las dos cajas sólo trasladaron ahí sus paquetes menores. Nunca aunaron esfuerzos ni participaron en proyectos comunes.