El prestigioso hispanista estadounidense Thomas Glick (Cleveland, 1939) aseguró ayer en Valencia, durante el acto de su investidura como doctor "honoris causa" de la Universitat de València (UV), que la desaparición de la huerta valenciana ha provocado un "deprimente panorama, funesto en cuanto a la degradación y la despersonalización del paisaje valenciano" y alertó de que puede "haberse sembrado la semilla de la catástrofe ambiental".

En el acto, celebrado en el Paraninfo del edificio histórico de La Nau, el historiador relató como en sus numerosas visitas a Valencia a lo largo de 50 años le han permitido ser testigo de la "progresiva degradación y pérdida de la huerta".

Para el experto,profesor de Historia Medieval de la Universidad de Boston, "la extinción generalizada del regadío tradicional valenciano, sepultado por el cemento y el asfalto o transmutado en un neorregadío tubiforme extrañamente implantado en el territorio, va acompañada de una triste serie de expropiaciones y expulsiones de los agricultores tradicionales en buena parte de localidades valencianas poseedoras de huertas históricas".

"Inquietante paralelismo"

En conjunto, "el fenómeno presenta un inquietante paralelismo con la expulsión de musulmanes y moriscos entre 1238 y 1609, de quienes los labradores son herederos directos", afirmó.

Además de los "riesgos físicos y ambientales", agregó, la eliminación del regadío tradicional "implica la desagregación, la atomización y, finalmente, la desaparición los lazos que unen a las comunidades de regantes".

"En un contexto de competencia creciente por el agua, no alimentada, precisamente, por lo regantes tradicionales valencianos, el discurso dominante tacha a los labradores poco menos que de malgastadores contumaces", aseveró.

"Las acequias se ven demonizadas , y la presión social impulsa a los regantes a sustituir los viejos sistemas, de eficacia probada y coste limitado al mantenimiento, por uno nuevo cuya eficacia global, incluyendo la variable ecológica, está aún por demostrar, y cuya construcción supone una inversión considerable, sin ninguna certeza, de que los rendimientos se incrementen de manera sostenible a la larga".