Un año después de su muerte, India no olvida a quien llegó al país como misionero en 1952 y acabó quedándose de por vida con el propósito de impulsar su desarrollo. Más de 8.000 personas se reunieron ayer en la localidad india de Anantapur para rendir homenaje a Vicente Ferrer en el primer aniversario de su fallecimiento.

Su viuda, Anna Ferrer, presidió el emotivo acto que se desarrolló con un ritual hindú, donde niños y niñas de las 17 escuelas de educación especial de su Fundación, no sólo estuvieron presentes, sino que algunos de ellos también participaron en el homenaje. Los pequeños realizaron una ofrenda con flores, incienso y alcanfor.

Durante la ceremonia, se recitaron oraciones cristianas, hindúes y musulmanas, en lengua telugu y en urdu, y se leyeron fragmentos del libro de Vicente Ferrer, "El encuentro con la realidad", en castellano, catalán e inglés."Todos los días recordamos a Vicente", manifestó Anna Ferrer durante su discurso; una opinión que corroboraron desde la Fundación. "Vicente está presente en cada escuela, en cada niña que sabe leer y escribir, en cada vivienda digna".

El humanista trabajó durante cuarenta años en el desarrollo integral de las zonas más desfavorecidas de la India. En ese tiempo, la tasa de alfabetización de las mujeres ha pasado del 2% al 98% y ahora pueden ser propietarias de sus viviendas, explicó un portavoz de la Fundación.

Vicente Ferrer, cuya infancia transcurrió entre Barcelona y Gandia, siempre ha tenido una vinculación especial con Valencia. El Consell le concedió, tras su muerte, la Alta Distinción de la Generalitat por su labor humanitaria. Además, en 1998 ganó el premio Príncipe d e Asturias a la Concordia.