Resulta muy fácil localizarle en la Plaza de Toros de Alicante, a punto de ebullición por las grandes tardes de la Feria de Hogueras. Menudo, con cámara al hombro y una gorra con la Santa Faz y su fecha de nacimiento (1912), todo hijo de vecino que pasa por allí le saluda, abraza y pide una foto con él.

No es para menos que sea una celebridad. Francisco Cano, Canito, lleva en el oficio de la fotografía desde hace más de 60 años, aunque también probó fortuna como boxeador, profesor de natación y torero. Tras el primer pinchazo que le asestó un toro, se desplaza a Madrid, donde le pilla de sorpresa el estallido de la Guerra Civil, por lo que decide refugiarse en casa de su amigo Gonzalo Guerra. "Estuve escondido hasta que acabó todo. Y mi amigo, que era un genio, me dejó una cámara que tenía. Me puse a tirar fotos, y algunas le gustaron mucho al diestro peruano Alejandro Montani, por lo que me encargó para él docenas de ellas. Entonces yo dije: "Con esto, tengo mi piso", así que me corté la coleta y me puse a trabajar".

Desde un rincón del coso taurino alicantino donde mantenemos la entrevista, hundidos sobre un montón de almohadillas, "Canito" piropea a las jóvenes turistas que pasean por nuestro lado. "¿Y a cuántas mujeres guapas has retratado?". Cano sonríe: "A muchas, pero la más guapa del mundo era Ava Gardner. Le gustaba mucho la fiesta, divertirse, pasarlo bien... pero era una mujer de una belleza que podía hacer lo que quisiera. Ya quiera Dios que haga siempre cosas como ella. A mí me quería mucho, y tengo el honor de haberme emborrachado con ella. A mí me han llegado a excomulgar por haberla comparado con la Virgen. Pero después de confesarme le dije al cura: "Para todos, la Virgen; para mí, Ava Gardner"".

Poco a poco, Francisco Cano arrancó su imparable carrera con los mejores toreros de España, desde los años 40 hasta nuestros días. Domingo Ortega, Pepe Luis Vázquez, Luis Miguel Dominguín... todos ellos no solamente le abrieron las puertas para otorgarle una posición privilegiada en su trabajo como fotógrafo, sino que además le abrieron las puertas de su casa, vida, familia, contactos y amistades, que con el tiempo "Canito" también llegó a hacer suyas.

Sin embargo, sus mejores instantáneas estaban todavía por llegar. Fue la trágica tarde del 28 de agosto de1947, en Linares, cuando Islero le provocó una herida mortal a Manolete. "Canito" fue el único testigo gráfico de aquel acontecimiento, y sus fotos dieron la vuelta al mundo. Lástima que los derechos de autor fueran por entonces invisibles, porque nadie respetó la firma del autor, y por las miles de reproducciones de sus imágenes no recibió ni una peseta a cambio. Pero a "Canito" poco le importa eso: "He vivido como un millonario cuando he sido pobre. Eso es lo que te da estar rodeado de buenos amigos. A mí me dio mucha lástima lo de Manolete, porque se arrimaba siempre al máximo, iba a jugársela en todas las plazas, y no dejaba a nadie indiferente. Para mí, es y será el mejor torero del mundo", apunta.

Aunque el universo de la tauromaquia está cosido a Cano, él fue siempre mucho más allá. Se movía con especial destreza por las fiestas de la época que, unido a su entrañable carácter, le permitieron retratar a los rostros más conocidos de la época: Hemingway, Gary Cooper, Charlton Heston, Orson Welles, Lucía Bosé, Ava Gardner, Rocío Jurado, Carmen Sevilla, Marisol, Lola Flores... con todos guarda y relata anécdotas y recuerdos. Algunas de estas imágenes se han publicado en la exquisita obra Mitos de Cano, con la editorial Rom Editors, y supervisada por el profesor Andrés Amorós, que tuvo que seleccionar entre más de dos millones de fotografías.

Para definir la vida de Cano, y entrever su agitada intimidad, basta con preguntarle por su familia: "Tengo seis hijos y dos sin registrar. Pero no pasa nada", afirma sin ambages. A sus 98 años, "Canito" continúa trabajando "hasta que el de arriba quiera". Ahora la jornada laboral le obliga a permanecer en su Alicante natal, pero pronto cogerá el coche con destino a Zaragoza y Pamplona. Sobre su secreto mejor guardado, que es la buena sintonía que atesora con todo el mundo, lo tiene claro: "Mantenerme siempre callado". Por eso "Canito" prefirió dedicarse a la fotografía, que es el oficio más silencioso del mundo.