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El economista Michel Leornard ha confirmado los malos augurios en un comentario reciente para la carta corporativa interna de Alliant Insurance: "Las restricciones en el mercado "sub-soberano" [comunidades autónoas y ayuntamientos] serán mucho mayores durante 2011, y la carga de la deuda empeorará la habilidad de las regiones para emitir bonos y acceder a la financiación en los parqués internacionales". Además, Leonard detalla los signos que anteceden a una crisis de deuda gubernamental. La luz roja se habría de encender cuando el índice de deuda respecto al producto interior bruto supera el 60%, cuando el incremento de la deuda de año en año es mayor al 15% y cuando la garantia contra impago en los mercados del capital se acerca a los 200 puntos básicos, o 200.000 dólares por cada diez millones de préstamo. La autonomías españolas, tal como refleja el cómputo de Leonard, ocupan el tercer puesto entre las más vulnerables de la UE. El Reino Unido aparece en cuarta posición, y Alemania en la séptima.

Ian Ochkik es especialista en mercados laborales. No entra a opinar sobre el estado de las finanzas autonómicas españolas, pero dice que es "obvio dónde está el fallo; con el nivel de desempleo que se está sufriendo, el desarrollo de la situación sólo va a conducir a la caída incesante de la demanda doméstica, lo que provoca más recortes de plantilla en las empresas y mengua todavía en mayor grado el mercado interior, y se convierte en una cadena que estanca la economía del país".

En los últimos 90 días, en el índice Markit Iboxx -que recoge el precio por asegurar los préstamos a las administraciones locales y regionales de Europa occidental- la falta de confianza en el mercado exterior del capital ha empujado el límite de los 168 puntos básicos hasta los 173,2. El crédito soberano para España, en cambio, se ha relajado relativamente con el anuncio de que una de las cámaras de compensación más importantes del mundo, LHC Clearnet (Barclays forma parte de su consejo directivo), ha introducido una nueva categoría de participación para minimizar el riesgo fuera de las bolsas reguladas y, claro, escapando a la presión de la volatilidad. La consecuencia es que aquí la deuda nacional se ha partido en dos y el sector autonómico se está quedando sin oxígeno exterior, y sin crédito.