­Al menos en dos asuntos que se han desgajado del «caso Brugal» aparecen imágenes o videos de personas recogiendo fajos de billetes en el despacho de Fenoll. Son videos sin fecha y apenas han dado lugar a más diligencias que la identificación de los protagonistas y la transcripción de conversaciones. Nada más. En una se sabe que Fenoll entregó, dice el informe, 480.000 pesetas –no se habla de euros como moneda– a un hombre al que se relaciona con una candidatura electoral en Cox en 2003; en el segundo, el que recibe el dinero fue concejal en la Vega Baja en 1999. Probablemente, en caso de existir algún delito, éste estaría prescrito porque las grabaciones se sitúan, probablemente, entre 2002 y 2005, pero ofrecen una valiosísima información sobre cómo se realizaban las grabaciones.

«¿Se va a terminar la cinta?»

En uno de los videos se observa a un empleado de Fenoll preparando la grabación. Entra en la habitación con una bolsa de papel que deposita en la mesa. Habla a través del teléfono con alguien y duda si tiene que darle ya al «rec» –el botón de grabación de la cámara– porque, dice, teme que sea muy pronto y se acabe la cinta antes de tiempo. Hace su papel con profesionalidad, rápido y sin miramientos. Todo está listo.

Asientos a dos alturas

Cuando sale el trabajador, se puede observar durante unos instantes cómo es la instancia, un despacho de no más de 20 metros cuadrados. Se ve descuidado, con papeles desordenados por las mesas y panfletos de publicidad. El sillón del gerente de Colsur es más alto que los dos que están frente a él. Hay sitio para poco más La cámara está estratégicamente situada en el ángulo superior izquierdo. La visión es perfecta.

Entran los dos protagonistas

Fenoll entra con un político. Van comentando cuestiones intrascendentes sobre algún concejal, al que tratan por su apodo. Hablan de contratas, pregunta el empresario por cómo está el alcalde.

La bolsa

El invitado coge uno de los folletos en sus manos y lo ojea de forma descuidada hasta que Fenoll se lo quita de las manos para centrar su atención. El empresario, en ese instante alarga el brazo y coge la bolsa de papel que está en el otro lado.

«¡Ahí va!»

Ángel Fenoll, al tiempo que coge la bolsa le dice a su invitado «¡Ahí va!» y éste le contesta: «Va ahí, pues ya está», pero el empresario no se la da. Saca del interior otra más pequeña y, dentro de ésta, un gran fajo de billetes. En la grabación se observa cómo los cuenta, de forma descuidada, pero permitiendo que en todo momento la cámara capte la escena. De pronto, Fenoll se muestra contrariado y dice: «Mira si sabía yo que faltaba. Siete».

A por más

El empresario vuelve a guardar con sumo cuidado el dinero en la bolsa. A continuación, sale de la habitación sin mediar palabra mientras el político, que aguarda al otro lado de la mesa, se queda solo y se mueve nervioso. Pasan los minutos, pero Fenoll no vuelve. El invitado vuelve a coger el catálogo. Ni tan siquiera se atreve a mirar la bolsa que está a su lado.

«Es que hoy los bancos...»

Fenoll vuelve a la escena con un sobre que lleva en una mano. Lo primero que hace es disculparse por la tardanza «Es que, ¿sabes lo que pasa?, que hoy, hoy los bancos...» y le interrumpe el convidado: «...están perdidos...». Fenoll retoma el hilo de la conversación «... si no vas tres o cuatro días antes, no te lo dan ¿eh?». El político hace un gesto afirmativo y dice: «solamente pueden tener creo que son dos millones o tres millones de pesetas en efectivo».

Otro fajo más

Fenoll alcanza su silla y abre el sobre que lleva en la mano donde se observa otro fajo de billetes. Lo cuenta muy por encima, permitiendo que la cámara lo grabe todo. Después, lo une al resto en la bolsa pequeña. Parece un ritual repetido en mil y una ocasión. El invitado apenas mira de forma descuidada y no le da conversación, mientras el empresario está concentrado en acabar el paquete.

Gestos y palabras a medias

El dinero se queda sobre la mesa. En ese instante, el invitado dice «Bueno, me voy». Fenoll parece sorprendido y le interpela: «que te vas, el...». Se cruzan unas frases a medias que los dos parecen entender pero que no tienen sentido. Al final, Fenoll le hace un gesto y éste le contesta otro, mostrando dos dedos de la mano derecha.

«No preguntes, no preguntes»

La conversación no se acaba y ambos siguen sentados. Hablan del alcalde, «...yo con el alcalde firmo, por él, firma, no, no, sí tú me lo dices, sí». Ángel no parece convencido y el político le replica: «Y no preguntes, y no preguntes... bueno, me fío de ti. Tú, si tienes alguna duda, me preguntas. No digas no nunca, tú pregunta, yo te digo: si o no».

«Se nos echa la campaña encima»

El invitado se levanta y Ángel Fenoll le dice: «Se nos echa la campaña encima y todo el tema». El político se gira y un instante antes coge la bolsa de papel de la mesa sin mediar palabra, sin firmar nada. Ambos salen de la estancia para despedirse. Al cabo de unos instantes, Fenoll vuelve. Le da al botón de «rec» y todo se apaga como si ahí no hubiera ocurrido nada.