La devastación que ha producido el picudo rojo en las palmeras es evidente a primera vista. El paisaje valenciano ha sufrido los efectos del insecto causando la caída de sus palmas en forma de seta o la tala del tronco. Da igual que estén plantadas en jardines públicos o privados, que sean datileras, canarias o los palmitos (margalló) endémicos de la zona costera mediterránea.

Un equipo de investigadores de las universidades Politécnica de Valencia y Miguel Hernández de Elx han trabajado en sistemas de detección acústica precoz de la actividad de picudo rojo para poder actuar cuando aún se está a tiempo de salvar la planta. "Para detectar el insecto era necesario tener signos externos cuando lo importante es hacerlo antes de que sea imparable. Una vez se sigue el tratamiento, el problema es que no se sabe si el insecto está muerto o no. Con los sensores no es necesario cortar la palmera. El sonido es el que detecta la actividad del animal", explicó a Levante-EMV el investigador del Instituto Itaca -dirigido por el catedrático Juan José Serrano- de la Politécnica, José J. Herrero Belda.

Los sistemas en que se basa esta investigación están centrados en un equipo de monitorización conjunta que emplea sensores autónomos colocados en palmeras que se comunica a través de una red inalámbrica. Su uso es para grandes plantaciones o viveros. La información es recibida por un ordenador central. Además, cuenta con un aparato de inspección portátil de fácil manejo y que ofrece resultados tras unos minutos. Hay un tercer equipo orientado a la investigación, que captura los sonidos del insecto y los almacena para su estudio.

Los investigadores diferencian el ruido del picudo rojo del de otros insectos y del ambiental, eligiendo el sonido crunch o crujido que se produce cuando una larva muerde la fibra de la palmera.

Los resultados "son muy fiables en los ensayos", señalan sus inventores -a la espera de poder firmar convenios con empresas públicas o privadas para poder perfeccionarlo y comercializar el producto-. Herrero, que es administrador de Wsnval, empresa derivada del Itaca, ha trabajado junto a Manuel Pérez Malumbres, catedrático de la Universidad Miguel Hernández y miembro del grupo de investigación Gatcom así como miembros del Instituto Agroforestal Mediterráneo. El equipo ha recibido ayudas de la Generalitat dentro del Programa Gesta. "Los sistemas desarrollados capturan el sonido y lo digitalizan para poder analizarlo. El análisis se realiza en tiempo real, se discrimina el ruido de fondo, filtran los mordiscos y los compara por algoritmos matemáticos con el sonido de referencia. Las pruebas de laboratorio son alentadoras: Se puede obtener una detección al 90% sin falsos positivos" explicaron desde la Red de Universidades Valencianas para el Fomento de la Investigación (Ruvid).