"Del nuevo premio Nobel de Medicina, Richard Edwards, hay que destacar dos cualidades: su amabilidad y sus ganas de enseñar, de forma gratuita y sin exigir nada, a quien se lo pidiera". Así le definió el catedrático de la Universitat de València y jefe del servicio de Ginecología y Obstetricia del hospital Clínico de Valencia, Fernando Bonilla-Musoles, quien aseguró que el nuevo galardonado de la academia sueca es una persona cariñosísima. "No parece inglés", apuntó.

Bonilla y el actual decano de la Facultad de Medicina y codirector del Instituto Valenciano de Infertilidad, Antonio Pellicer, conocieron al Nobel de Medicina de 2010 hace treinta años en la localidad alemana de Maguncia, en la constitución de las Sociedad Europea de Medicina Reproductiva y Embriología.

"Éramos solo 45 personas y de ahí salió el germen de la sociedad más importante del mundo", indica el especialista que añade: "Le conocíamos muy bien, le hemos seguido durante mucho tiempo y en 1984 le trajimos al Hospital Clínico", recuerda Bonilla-Musoles que agrega que en ese año envió a Pellicer, que era alumno suyo, a Erlangen (la Berkeley alemana) a que se formara con Edwards.

"Pellicer me llamaba por teléfono y me decía: necesitamos una incubadora, y yo pagaba la incubadora de mi bolsillo, necesitamos tal y tal cosa y yo la pagaba de mi bolsillo" evoca el especialista, que agrega que el equipo del Hospital Clínico fue pionero en 1984 en gestar el primer bebé probeta de España, "pero el embrión se murió intraútero y el primero que nació fue de la Dexeus; el nuestro nació en diciembre de 1985 y además teníamos 6 embarazos más".

Bonilla-Musoles indica que ellos conocían la "inmensa valía" de Edwards y que por eso lo propusieron para que la Universitat de València lo reconociera como doctor honoris causa, nombramiento que tuvo lugar en 1994.

"Mantuvimos contacto con él, creó una escuela de la que ha aprendido todo el mundo", agrega Bonilla-Musoles que asegura que entre un 2 y un 3% de los nacimientos que hay en España son bebés probeta, esto es embriones que han sido gestados con técnicas de fecundación in vitro, siguiendo la estela de Edwards que fue el padre del primer bebé probeta del mundo.

"Se merece el Nobel y mucho más, porque él lo ha enseñado to?do y por las consecuencias sociales que ha tenido su técnica".