En la plaza del Ayuntamiento, a las 12 horas, una voz anónima rompió el silencio: "¡Visca València!" Las miles de personas que abarrotaban la plaza estallaron en vítores y aplausos mientras la Senyera bajaba por el balcón de la casa consistorial en perfecta verticalidad. La enseña jamás debe ir inclinada porque la bandera de la ciudad "no se humilla ante nadie". El concejal popular Ramón Isidro Sanchis tomó la Senyera, mientras sonaba el himno nacional, y de esta forma arrancó la comitiva de la tradicional procesión cívica del 9 d'Octubre, día de la Comunitat Valenciana.

A escasos metros de iniciar el recorrido se escucharon los primeros gritos de algunos grupos de extrema derecha que coreaban consignas como "som valencians, mai catalans", mientras otros militantes de Coalició Valenciana exhibían pancartas con lo lemas "no al catalanisme" o "ZP dimissió". Durante el resto del itinerario, las críticas que se escucharon fueron aisladas e individuales, y ahí sí que hubo para todos. Desde "Camps, ladrón" hasta "Alborch, fuera, fuera". A la entrada de la Catedral un clarísimo "sois todos unos ladrones" lanzado por una mujer hizo que más de uno agachara la cabeza. Sin embargo, tanto el presidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Campos, como la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, se dieron ayer un baño de multitudes.

Y es que cerca de 90.000 personas -según fuentes del ayuntamiento- acompañaron a la Senyera en su recorrido, aunque fuentes próximas al gobierno reconocieron que, tal vez por la festividad del puente o por la amenaza de lluvia, la afluencia de personas había sido mucho menor a la de ediciones anteriores.

Tras celebrar el tedeum en la Catedral -donde el el arzobispo Carlos Osoro recibió a la enseña y se dirigió a los presentes en valenciano para destacar la "importancia y la lengua de este pueblo"- la comitiva continuó el itinerario hacia el Parterre por la calle de la paz. A la altura del número 17 de esta vía el abanderado, Ramón Isidro Sanchis, se paró. El concejal aseguró que se detuvo para recolocarse el cincho. Sin embargo, tanto Camps como otras autoridades asistieron de inmediato al concejal ya que le observaban con atención por si Ramón Isidro Sanchis daba muestras de flaqueza al soportar los 18 kilos de peso del estandarte durante todo el recorrido. "Hemos padecido un poco, la verdad. En la calle de la Paz hemos parado porque había que poner recta la Senyera, que comenzaba a estar inclinada", apuntó el concejal Miquel Domínguez. Y es que el propio Ramón Isidro Sanchis reconoció que, más que el peso en sí mismo, el problema aumentaba en "cuanto soplaba un poco de aire. Entonces era más complicado". El edil se mostró orgulloso y emocionado de haber portado la bandera ya que su principal pensamiento "ha sido para mi padre, un hombre que vivía con absoluto fervor estas fiestas".

Ya en el Parterre, Camps y la alcaldesa Barberá depositaron una corona de laurel con la cuatribarrada y un lazo azul a los pies de la estatua ecuestre de Jaume I. Tras el acto se entonó el himno regional y el nacional, mientras algunos de los presentes pitaban y otros incrementaban los aplausos para ahogar las críticas.

Los actos oficiales concluyeron con el izado de la Senyera al balcón del Ayuntamiento y su posterior traslado al archivo municipal, donde se exhibe habitualmente. Eso sí, tras haber asistido, o no, a la procesión cívica, miles de personas se agolparon en el plaza del Ayuntamiento para disfrutar de una "mascletà" -a cargo de Pirofantasía, de Carlos Caballer- que sorprendió a más de uno.

Rubio se suma al grupo de concejales socialistas que no entra a la Catedral

El portavoz del PSPV en la Diputación de Valencia, Rafael Rubio, decidió este año unirse a sus compañeros de partido -Julio Such, Pilar Calabuig, Francisco Carsí y Juan Soto- que desde hace años no participan en el tedeum que se celebra en la Catedral, al considerar que "no deben incluirse actos religiosos en una procesión que es cívica". Rafael Rubio decidió este año que iba a quedarse fuera del templo, tras las críticas que realizó el Vaticano a la concesión del premio Nobel de Medicina al pionero de la fecundación in vitro, el británico Robert Edwards. "Apoyo a las parroquias, a los sacerdotes humildes que realizan un gran trabajo en sus barrios, pero cada día estoy más enfadado con el jerarquía de la iglesia porque me parece increíble que critiquen hasta los avances en medicina que han conseguido la felicidad para miles de familias", aseguró el portavoz socialista. Por ello, Rubio -que siempre había participado en el acto religioso del 9 d'Octubre en la Catedral- se quedó fuera. "Entiendo que la jerarquía eclesiástica se muestre contraria al divorcio, pero no puede entender ni comprender que critiquen la concesión de un premio Nobel a un científico que hizo un avance que ha cambiado la vida a miles de personas." m. ros valencia