La temporada de caza menor en mano y con armas arrancará, como es tradicional en la Comunitat Valenciana, el próximo martes 12 de octubre. Los perros ya están a punto y en forma y los cazadores limpian y engrasan las escopetas que el próximo martes saldrán del armero, aunque el viernes ya era visible el éxodo de cazadores valencianos hacia las comunidades vecinas que anticipan la apertura de la veda.

La orden de Vedas de esta temporada no contiene prácticamente ninguna modificación respecto a la del año anterior. Sin embargo, todo el sector es consciente de los cambios que se están produciendo en la caza y que han permanecido larvados en los últimos años. Tarde o temprano, dicen acabaran en el Diario Oficial de la Generalitat. De momento son analizados por el Consejo Valenciano de la Caza.

El descenso del número de cazadores es solo un síntoma de estas transformaciones, como lo es también el aparente cambio en el comportamiento de algunas especies cinegéticas como el conejo o el jabalí, cada vez más cercanos a las ciudades.

Juan Theureau de la Peña es desde hace más de una década el responsable del servicio de Caza y Pesca de la Generalitat Valenciana y probablemente uno de los mejores conocedores del sector.

El experto asegura que "todos los años" se debate "mucho" la orden de vedas "aunque luego cuesta introducir cambios". Este año se mantiene la posibilidad de cazar con armas en las zonas libres en sábados, domingos y festivos hasta el 7 de noviembre, aunque no hay cambios que afecten a la "presión cinegética" sobre determinadas especies como el conejo o el jabalí, tal como demandan algunos colectivos entre los que no solo se encuentran los cazadores.

Especie en peligro

El número de licencias de caza en la Comunitat Valenciana, uno de los territorios de España que tradicionalmente han acogido a un mayor número de aficionados, ha disminuido de forma sostenida en los últimos años, según contemplan las estadísticas de la Conselleria de Medio Ambiente. Juan Theureau descarta una vinculación directa entre el numero de licencias tramitadas y la crisis económica. "Se trata de una tendencia que viene de atrás", explica este experto

A partir del pico máximo registrado en 1992, con 122.000 licencias tramitadas, el número de valencianos que practica la caza se ha reducido prácticamente a la mitad, sin que se haya producido un relevo generacional.

"Las poblaciones actuales son fruto de la propia situación de nuestro entorno. Durante años tuvimos muchos cazadores con mucha caza menor y ahora tenemos menos cazadores y más caza mayor". Theureau sostiene que además de este descenso cuantitativo, fácilmente constatable en las estadísticas y común a la mayoría de las comunidades autónomas, no existe un relevo generacional. Aunque no existen datos sobre toda la Comunidad Valenciana sí que se han hecho informes sobre la provincia de Valencia, donde el número de licencias solicitadas por personas que han obtenido ese mismo año el permiso de armas, requisito imprescindible para quienes se inician en la caza, es muy escaso.

Cazar sin caza

Gestores y cazadores sostienen que la crisis de la caza menor ha sido provocada fundamentalmente por una reducción en el número de piezas disponibles como consecuencia de enfermedades como la mixomatosis o la hemorragia vírica, que dejaron las poblaciones de conejos en niveles mínimos. Mientras, el abandono de los cultivos cerealistas influía también sobre las poblaciones de perdiz y codorniz, dos especies muy cotizadas también.

La pérdida de especies cinegéticas coincidió con la práctica desaparición de terrenos "libres" en los que practicar la caza en beneficio de los acotados. Ambas circunstancias han apartado a muchos "viejos" cazadores de la actividad cinegética, mientras que la transferencia de aficionados desde la caza menor a la mayor, donde las oportunidades se han multiplicado, sobre todo por la superpoblación de jabalíes, es lenta y no siempre se produce.

"El que no se reconvierte acaba dejando la caza, a no ser que disponga de un coto bien gestionado o participe en cotos con abundancia de tordo o acuáticas", explica Juan Theureau.

La recuperación de las poblaciones de conejo, que en algunos municipios valencianos ha sido declarado oficialmente como una plaga, podría aparentemente significar una recuperación del número de cazadores. Sin embargo, Theureau no lo tiene tan claro. "El disfrute de ese conejo nuevo es muy difícil, siempre está muy protegido y resulta difícil cazarlo a la manera tradicional, con perros que levantan la presa para el cazador. Para eso habría que hacer antes una preparación del terreno dejando al conejo sin protecciones y eso no siempre es posible", añade el técnico de la conselleria.

Respecto al uso del hurón, aunque está permitido, no es una caza divertida. El cazador se harta pronto", sentencia.

La alternativa

En paralelo al descenso de la caza menor, las poblaciones de jabalíes han aumentado hasta convertirse en un problema para la agricultura e incluso para la circulación viaria. Los casos de accidente en carretera provocados por los gorrinos aumentan y la presencia de estos animales en las calles de las ciudades es un signo de lo que está ocurriendo en el campo.

Por otra parte, especies como la cabra montés y otras reses como el arruí, circunscritas hasta hace poco a las grandes fincas y a los cotos nacionales de caza como el Cortes-La Muela o la reserva de Tortosa-Beceite, están aumentando su población fuera de estas zonas de influencia.

Juan Theureau es partidario de incrementar la presión cinegética sobre el jabalí para evitar que estos problemas de "seguridad" y daños a la agricultura aumenten, aunque advierte de las dificultades de llevar a cabo esta estrategia.