La Ley de Dependencia cumple tres años.Uno de los colectivos más afectados por esta normativa es el de las personas mayores.Pedro Gil, especialista geriátrico, se muestra muy crítico con la situación actual. En su opinión, todos los estamentos -administración pública, médicos, familias y medios de comunicación- tienen que cambiar su forma de actuar.

¿La coordinación socio-sanitaria es necesaria o utópica?

Es inexistente. Hay que buscar un sistema más complejo en el que la parte social y la sanitaria vayan de la mano. Las leyes actuales sólo se dedican a coordinar los recursos y esto, si no va unido de la integración, pierde sentido.Manuel Cervera, conseller de Sanidad, dice que existe, pero se equivoca.

¿Las residencias de ancianos priman su rentabilidad ?

Para tener una asistencia de calidad tienen que ofrecer servicios de forma integrada. Así se evitarían duplicidades y se reducirían gastos. Ese es el camino.

¿Qué más hace falta?

Más recursos sanitarios, desde la atención primaria hasta la especializada, mucha formación, servicios de geriatría hospitalaria, residencias y centros de día integrados. En toda la Comunitat Valenciana sólo hay un servicio de geriatría óptimo, el del Hospital de Alzira. Para atender a los ancianos dependientes y darles la calidad asistencial que requieren se necesita una dotación de médicos especializados en geriatría que no tenemos. La conselleria vende una historia surrealista.

¿Existe una receta para afrontar esta situación?

La situación debe tratarse con atrevimiento e ingenio. Esperamos salir con la idea de que todo vale. Hay que ahorrar en lo que sea posible, pero no en la atención al paciente. La visión que muestra Cervera ante todo esto es simplista.

Las condiciones de las residencias públicas, ¿son muy inferiores a las de las privadas?

Sólo se puede distinguir entre buenas y malas residencias. Yo insisto en que lo que importa es la atención que reciben los ancianos. Desde mi sociedad intentamos que cada vez que se crea una nueva residencia, preste unos servicios de calidad a los pacientes. Es necesario crear una ley de mínimos que deberían cumplir los centros.

¿Qué tiene que valorar una familia a la hora de elegir un modelo de residencia u otro?

Con las públicas, lo primero que hay que ver es si quedan plazas vacantes. En cuanto a las privadas, hay que pensar siempre que no son ONG, sino entidades con ánimo de lucro. No digo que sea malo, sino que hay que entenderlo.

Si una familia le preguntara qué hacer con sus ancianos, ¿cuál sería su respuesta?

Con los servicios tan descoordinados que tenemos, la mejor solución es tener a los ancianos en casa. Evidentemente, esto no es posible siempre. Para eso existen las residencias y los centros de día. Las personas mayores viven en su propia vivienda mientras pueden, luego se las mantiene en su domicilio con asistencia y, por último, se las envía a una residencia.

Y cuando usted sea anciano, ¿cómo imagina el panorama?

Espero que estemos mejor educados y que existan más pisos tutelados o vigilados. Yo ya me he mentalizado de que no voy a tener habitación en casa... Así que el Estado tiene por delante una enorme labor de prevención.

¿De qué manera afecta a una familia tener que atender a un dependiente?

Por lo general, el momento de mayor tensión llega cuando el dependiente cae enfermo. Afortunadamente, en España se reacciona muy bien. La aptitud es ejemplar. Reconozco que es una losa que les cae encima y que da lugar a crisis, rupturas... Muchas familias necesitan asistencia psicológica, y más cuando no disponen de suficientes recursos.

Al aumentar la esperanza de vida, ¿ganamos en calidad?

Hemos aumentado la expectativa de vida a base de aumentar los años de dependencia. Tenemos que disminuir el tiempo que las personas tienen que convivir con las enfermedades.

Males como el alzhéimer o la demencia senil van a más. ¿Existe en España la asistencia adecuada?

No, los resultados que vemos son inadecuados. En este paísno se ha creado un plan de atención al anciano ni hay voluntad para hacerlo. Se lo planteamos al Ministerio de Sanidad y Política Social y su respuesta fue que no lo veían claro. El anciano es una persona sufrida, poco exigente, que no se queja. Eso es lo que salva a la administración pública hasta la fecha.

A estos problemas, se suma la reforma de las pensiones...

Es un problema económico que repercute en el área social y sanitaria. Empezaremos a ver cuadros de malnutrición en personas mayores con problemas de pobreza. No se puede vivir con 600 ó 700 euros al mes.

«La politización ha estancado la ley de Dependencia»

Al tratar la situación de los mayores, la ley de Dependencia es uno de los conceptos que siempre se baraja en una charla. Gil hizo balance de la normativa, "mi valoración no puede ser buena. Se generaron muchas expectativas y los avances han sido escasos. En algunos casos, incluso, se ha retrocedido". Para el presidente de la Sociedad Española de Geriatría, "el problema es que una ley tan social como esta, tan dirigida a la gente, ha sido muy politizada. Así vamos mal. El estancamiento es absoluto y los presupuestos para 2011 reducen la partida destinada a la Ley de Dependencia, con el peligro que ello conlleva". El experto comentó que "la crisis lo dificulta todo, hace que el proyecto se haya quedado únicamente en una estimación teórica. La situación es desesperante, tanto para los profesionales como para los dependientes". Otro de los puntos que trató Pedro Gil se centró en las las posibilidades de suspenso de la ley, "no creo que ningún político se atreva a suspender la ley, pero también hay muchas formas de matarla. Por ejemplo, por inanición. La crisis debe llevarnos a un planteamiento más amplio de los recursos sociales y sanitarios con los que cuenta un país". El portavoz sanitario expuso que "la Comunitat Valenciana está tremendamente envejecida. Además, aquí vienen a residir muchas personas mayores de otros países". Por ello, Pedro Gil lanzó diferentes cuestiones al aire relacionadas con la problemática: "¿Hay dinero para soportar esto? ¿Habrá rentabilidad a largo plazo? Son preguntas que no tienen respuesta". Por último, el presidente destacó que "actualmente hacemos frente a dos tsunamis: la dependencia y el envejecimiento".