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El especialista del Programa de Incidencia Política del Secretariado Nacional de Cáritas Colombiana, Mauricio Martínez, ha afirmado que en el conflicto armado colombiano, que dura ya más de 40 años, existen unos cuatro millones de personas desplazadas y se han producido más de un millón de víctimas de asesinatos, ejecuciones, secuestros y atentados. Una de las mayores preocupaciones de la Iglesia colombiana está en "la falta de reconocimiento de las víctimas del conflicto, ya que hasta ahora, ninguna víctima de los paramilitares ha sido satisfecha", afirmó Martínez.

Cáritas Valencia ha organizado las Jornadas "Conflictos Olvidados, Paz y Reconciliación. La paz es posible en Colombia". En este foro, el Secretariado Nacional de Pastoral Social-Cáritas Colombiana y otras entidades que trabajan en la búsqueda de una solución pacífica al enfrentamiento, pidieron que las víctimas sean reconocidas ya que desde estas instituciones se cree que "la paz en Colombia es posible si el Estado reconoce la dimensión del sufrimiento de las víctimas y este reconocimiento se produce en condiciones de verdad, justicia y reparación integral".

Yorgi Cortés, víctima del conflicto pero también actor en la búsqueda de la paz, señaló la necesidad que tienen las personas que han sufrido los ataques de los distintos grupos armados de "tratar de mirar la historia y de ofrecer el perdón, ya que la violencia no se soluciona con más violencia". Sin embargo, para el joven colombiano, "es necesario que los verdugos digan la verdad para que haya justicia".

La pedagoga y docente Nimia Elvira Muñoz aportó el punto de vista de las mujeres víctimas de la violencia. Según sus palabras "las mujeres son las más alcanzadas por la guerra en Colombia, ya que muchas de ellas han sufrido maltrato físico y psicológico, junto a violencia sexual o desplazamiento y, además, han sufrido la muerte de sus esposos, hijos y otros parientes cercanos". Para Muñoz, las mujeres "queremos dejar de ser las madres de las víctimas o de los verdugos y tener una voz propia en la resolución pacífica de este conflicto". Muchas de ellas "empiezan a ser conscientes de la necesidad de no quedarse calladas, denunciar las situaciones de violencia que han sufrido y trabajar también de forma conjunta para lograr la restauración integral de todas las personas que la han padecido".