"Me llamo Remedios Montero y nací en Beamud de la Sierra , un pequeño pueblo de la provincia de Cuenca. En guerrillas mi nombre era Celia..." Así comienza Historia de Celia, las memorias que escribió esta guerrillera antifranquista que murió el domingo en una residencia de Carlet a los 84 años. Montero era la compañera de Florián García, Grande, el mítico jefe de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA), que falleció hace ahora 18 meses a los 92 años

El escritor Alfons Cervera, muy unido a Reme y Florián desde que los conoció en 1997 cuando escribía su novela Maquis, lamenta que "aquella gente que tanto nos ha enseñado sobre la dignidad vaya desapareciendo poco a poco". "Con ellos se apaga toda una estirpe que vivió su tiempo desde el compromiso", apunta Cervera. El funeral de Remedios tendrá lugar hoy a las 8.45 horas en el tanatorio de la pista de Silla, donde a las 9.30 de la mañana serán incinerados sus restos.

La lucha de Celia por la libertad, que ha inspirado novelas como La voz dormida, de Dulce Chacón, arrancó con apenas 16 años, la misma edad de los jóvenes de los institutos valencianos, ante los que, mientras tuvo fuerzas, no dejó de compartir la memoria del maquis. "Le encantaba y consideraba un deber -dice Cervera- transmitir a los jóvenes su testimonio del compromiso humano, y que éste continuase en ellos era su obsesión".

Hija de un guardabosques, siendo una adolescente empezó a colaborar con la guerrilla como punto de apoyo. Compraba suministros para el maquis junto a otra joven un año mayor que ella, Esperanza Martínez, Sole. Ambas, junto a las herma?nas de esta última, como Amada, Rosita, formaron parte del reducido número de guerrilleras del AGLA.

En 1949 se echó al monte

En 1949, al ser descubierta la red de apoyo, se echó al monte con su padre y un hermano de 16 años. El primero murió a los cinco meses en un choque con la Guardia Civil, mientras que poco después su hermano fue asesinado a hachazos por la "contrapartida", guardias civiles disfrazados de guerrilleros que sembraron el terror entre la población de las comarcas del interior de la Comunitat Valenciana, Teruel y Cuenca con el fin de menoscabar el apoyo al maquis. Otro de sus hermanos guerrilleros cayó también en una emboscada en las calles de Cuenca.

Tras dos años malviviendo en los montes, "caminando de noche y sin apenas comer", en 1952 pasa a Francia. El PCE en el exilio ordenó ese año la evacuación del maquis y envió a Celia y a Sole de vuelta a España para ayudar a un grupo de guerrilleros a pasar la frontera. Todos cayeron víctimas de una delación.

Las palizas que le propinó la policía en los sótanos de la Dirección General de Seguridad de la plaza del Sol de Madrid la dejaron estéril. Tras ocho años y medio en las cárceles franquistas huyó a Francia, y de ahí a Praga, donde se reencontró con Grande. En 1978 la pareja volvió a España y se instaló en Valencia, desde donde ha librado un intenso combate contra el olvido de los guerrilleros, la anulación de sus condenas por "bandidaje" y su reconocimiento como los últimos soldados de la República.

Esquerra Unida, el Partit Comunista del País Valencià y la asociación Archivo, Guerra y Exilio (AGE) mostraron ayer su pesar por la muerte de esta guerrillera del compromiso. Marga Sanz, coordinadora de EU, señaló que"deja un ejemplo inigualable de defensa de la libertad". Mientras que Dolores Cabra, secretaria general de AGE, lamenta que no haya podido contemplar "el reconocimiento jurídico de los guerrilleros antifranquistas".