En la Comunitat Valenciana comienza a verse en algunas zonas de huerta y zonas marginales de secano una planta muy poco habitual, nada exigente y capaz de desarrollarse a una velocidad sorprendente si recibe un poco de agua en su primer año de vida.

Se trata de la Paulownia, o Paulonia, el "superárbol" originario de China, Laos y Vietnam, que se cultiva desde hace décadas en Japón, donde se le conoce como kiri y produce una madera muy apreciada. La lista de sus cualidades es tan apabullante, según el creciente número de amigos de la Paulonia, que resulta difícil no imaginarse un futuro más o menos próximo sin grandes plantaciones de esta planta sustituyendo a frutales marginales, viñedos o almendros cuya producción en términos económicos es cada vez menos rentable.

Entre los impulsores de su cultivo en la Comunitat Valenciana figura una empresa denominada "Decide sostenibilidad" que ha incorporado la Paulonia dentro de un concepto mucho más amplio de gestión medioambiental.

Compensar emisiones

Su director, Rogelio Iranzo, apostó por la Paulonia por su capacidad para actuar en muy poco tiempo como un sumidero de CO2, aunque también por la rentabilidad que ofrece prácticamente desde el primer año de su plantación.

"Nosotros ofrecemos un servicio integral a las empresas: medimos, reducimos y compensamos, y aquí es donde entra la Paulonia". explica Iranzo.

La consultora dispone de sofisticados equipos de medición que instala en las empresas de sus clientes, identificado las desviaciones en el consumo energético, fugas, pérdidas térmicas, etc. Tras un diagnóstico se propone un plan de acciones para reducir el derroche que suele financiarse con el ahorro que se genera en la factura energética.

Finalmente se propone a empresa "compensar" el equivalente de sus emisiones "inevitables" de CO2, responsable del calentamiento global y, por tanto, del cambio climático, mediante plantaciones de Paulonia que actuan como sumidero, consumiendo cientos de toneladas de este gas en el proceso de fotosíntesis.

"Los ahorros que genera en la factura energética la auditoría son un gran atractivo para las empresas, pero también saber que están en paz con el planeta, secuestrando el Co2 que generan con su actividad", añade Iranzo. "Nosotros le damos un certificado que sirve para ratificar ese compromiso, pero estamos convencidos de que en breve será la Comisión Europea quien oficialice este tipo de reconocimientos", asegura.

Entre las empresas que se han acogido a esta iniciativa existen empresas de tamaño medio, preocupadas por su consumo energético, pero también restaurantes como Gloriamar, en Piles, o ayuntamientos como el de Miramar, en la Safor, que ha iniciado ya la plantación de 1.200 paulonias.

Crecimiento rápido

La Paulonia cumple a la perfección el cometido asignado: capturar la mayor cantidad posible de CO2. Pese a su reposo invernal, cuando pierde las hojas, tiene un crecimiento ultra rápido, de varios metros por año, si encuentra condiciones favorables. Además, tras un apoyo inicial con riego, la planta desarrolla profundas raíces que le hacen resistir sequías, fríos -hasta -17 grados centígrados- y calor (+45º).

Una vez arraigada, las posibles salidas comerciales de la Paulonia se multiplican: puede cortarse por el tronco cada tres años para servir como combustible-biomasa- o fabricar "pellets" que sirven como combustible en centrales térmicas.

Otra opción es destinar la planta para la fabricación de pasta de celulosa, o aportando fibra para fabricar tableros.

Sin embargo es en su uso forestal donde alcanza toda su plenitud como capturador de Co2 sin estar exento de rentabilidad. En siete años la Paulonia genera un metro cúbico de madera mientras que el chopo emplea 12 años en producir el mismo volumen.